EVOLUCIÓN DE LA NATURALEZA

Por Estefanía Trakal


El siguiente texto fue escrito por Estefanía Trakal en el marco de las actividades propuestas por el Taller Online El legado de Isadora Duncan




Por Estefanía Trakal

Mencionar su nombre se relaciona inmediatamente con el nacimiento de un nuevo concepto de vida, que incluye a la mujer y al artista. Desde temprana edad, Isadora tuvo que experimentar diferentes situaciones alrededor de los vínculos familiares, que la llevaron progresivamente a fortalecerse y comenzar a tomar decisiones que marcarían su vida.

Desde sus estudios iniciales en la escuela, sentía que lo obligatorio era absolutamente inútil. Sólo esperaba con ansia la hora de finalización de clases para sentirse en libertad, movilizada por una fuerza interna que le provocaba revelarse. Muchos coinciden en que recibió su verdadera educación en sus horas de ocio, cuando no tenía presión alguna.

Rodeada de bailes, música, poesía y literatura, en sus primeros años fue cultivando su estética. Le dedicaba mucho tiempo a la lectura, también empezó a escribir su propia novela y editó un periódico donde escribía cada línea.

De a poco fue introduciéndose en la danza gracias a su hermana y a su instinto que promovía el movimiento. Comenzó dictando clases a niños y hasta sus padres le daban algún dinero a cambio, por lo cual decidió que no perdería más tiempo en la escuela ya que obtener un ingreso para ella era más importante. El teatro familiar que organizaron les permitía a ella y a sus hermanos realizar presentaciones en conjunto donde iba acrecentando su pasión junto con la enseñanza. No pretendía formar profesionales, sino que a través de la danza, la música y la poesía, los niños de su escuela pudieran expresar los sentimientos humanos.




Isadora había comprendido que no existía sistema -que en aquel momento era el ballet-, que le ayudara a desarrollarse como bailarina, por lo que se volcó al estudio de la naturaleza. Nació frente al mar y le atribuye una gran influencia en su vida, lo consideraba como un elemento vital, igual que a la diosa griega Afrodita, su musa y guía. La idea básica de sus movimientos nace de la ondulación de las olas, ritmo sereno, en ocasiones salvaje. Las montañas, en cambio, le provocaban un sentimiento indefinido de desconsuelo y el deseo de huir.

“Entre todos los movimientos que regocijan y satisfacen el sentido del alma por el movimiento, el más bello para mí es el de las olas del mar”, escribió en 1905 en uno de sus muchos ensayos: The Dancer and the Nature (El bailarín y la Naturaleza). Su conexión con  la naturaleza abre un camino hacia la danza natural, con libertad de movimientos y emociones.

Cada cuerpo debe desarrollar la capacidad de expresar según sus disponibilidades y necesidades, correspondiendo así a un movimiento que surge desde diferentes diversidades como algo único e irrepetible. Como los griegos, a los cuales admiraba, que desarrollaron su arte a partir de la exposición de la naturaleza misma, algo que debería ser parte de la humanidad por siempre. Aquella concepción de la belleza que surge como una renovación de la danza expresiva para la construcción de una nueva danza americana.

Duncan le da este sentido de libertad al cuerpo, como también a la vestimenta, a su estética, que acompañan sus ideales y su forma de vida. Los permisos que otorga a su cuerpo se relacionan con sus inspiraciones, al querer reflejar en ese cuerpo natural, despojado, sin restricciones, logrando representar esa naturaleza con un nuevo lenguaje.

Su danza fue criticada y hasta calificada como poco adecuada para un teatro, así es que en varias ocasiones fue rechazada. Nunca pretendió entretener al público con actuaciones que fueran en contra de sus ideales, pero debió hacer algunas concesiones para sobrellevar sus épocas de necesidades.

Evolución, naturaleza, revolución de la danza y de la mujer, sus ideales prepararon el camino para el nacimiento de una nueva danza, ejerciendo gran influencia sobre el mundo del ballet.

Los altibajos de su carrera, sus amoríos, sus problemas económicos y las tragedias que la rodearon, marcaron su vida reafirmando sus ideales y dejando al mundo la riqueza de su pasión por la danza.