29º Aniversario del Ballet Folklórico Nacional

Por Ana González Vañek
Fotografía: Lucio Grinspan


Con una nutrida programación que atravesó las danzas representativas de los distintos rincones de nuestro país, el elenco del Ballet Folklórico Nacional, bajo la dirección de Silvia Zerbini, presentó una gala por su 29º aniversario, el 28 de agosto y a sala llena, en el CCK.



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El recorrido, intenso, pleno de color y alegría, supo conjugar calidad estética y técnica en un espacio cuya energía resignificó el valioso legado de las danzas argentinas.

Metaforizando, quizás, el inicio de la vida que nos mueve y conmueve, los elementos de la naturaleza que subyacen sabiamente en nuestros cuerpos, se amalgamaron en un comienzo poético, generando el clima perfecto para acunar la percepción del espectador a lo largo del evento.

También al inicio, la música en vivo de Cristian Váttimo se convirtió en otro recurso que acompañó la apertura hacia la disponibilidad sensible del público, aspecto esencial para la comunicación efectiva de toda forma danzada, siendo fundamentales, en este marco, la iluminación precisa y cada detalle del vestuario.




La región del noroeste cobró protagonismo en su colorida belleza, recordando, en el sublime lenguaje del movimiento, la sólida invisibilidad del tejido humano que nos enlaza.

Grupos y dúos reflejaron la esencia del ser nacional con la pasión que lo representa y la fuerza que lo sostiene, más allá de límites y fronteras internas. He aquí la inmensa posibilidad para la unión colectiva que nos ofrece el arte de la danza.




La elegancia del tango, indiscutible representante de la identidad porteña y argentina, sorprendió con toda su belleza en escenas que fueron desde sus vertientes más contemporáneas hasta las clásicas y tradicionales, configurando cuadros dignos de ser apreciados por públicos de todas las edades.




Emociones auténticas y valores autóctonos, hilos conductores del espectáculo, confluyeron en el centro del mismo con un bellísimo dúo nacido en la luminosidad que ofrece toda transformación, invitando a creer, nuevamente, en el amor ingenuo que siempre confía y que anhela renacer para deslizarnos, suavamente, a la verdad de nuestro ser.

Un brindis en escena y aplausos de pie, coronaron el cierre de una gala impecable que atravesó, con danzas profundamente arraigadas, senderos abiertos desde siempre.