Por Melisa Rodríguez
IG @melirodriguez1812
A la libertad no se la consigue; se la encuentra, y ese encuentro con ella se da cuando, de vez en cuando, caminamos junto a ella. Allí nos sabemos libres, cuando caminamos a su lado, cuando la miramos a los ojos, cuando permitimos que esos ojos penetren nuestra alma.
El problema lo tenemos cuando creemos que somos libres y que perdurará por siempre. Eso no será posible, porque las cosas que hacen que nuestro cuerpo y alma vibren y resuenen con la libertad, son efímeras; son por un momento. No llegaremos a ser total y verdaderamente libres porque siempre estaremos condicionados por algo, por alguien, por nosotros mismos.
Por todo esto, lo fundamental, la gran revelación, la enorme misión y tarea en esta vida, es llegar, al menos una vez, a mirar a la libertad a los ojos. Encontrarla en el camino y dejarnos encontrar por ella.
Se producen, entonces, momentos de lucidez durante los cuales nuestra inteligencia se manifiesta con tan sólo identificarla, para sacar de este encuentro, el mejor provecho.
Y a no ser ilusos, porque ese encuentro no será de una vez y para siempre, sino que ocurrirá esporádicamente, en la medida en que lo permitamos. Si nuestra voluntad y lucidez están iluminadas, y si tomamos la decisión de caminar siendo libres, los encuentros serán cada vez más frecuentes y podremos caminar más livianos.