Por Magdalena Escala
IG @maggiescala
Solía ser bailarina en mi edad moza. Crecí entre tuls, leotardos y zapatillas de danza. Recuerdo que solía ir detrás de mi mamá para abrir la cajeta de mis zapatillas capezio y luego corría a sentir el aroma de los zapatos suaves de cuero rosado. Para mis adentros decía: ¨huelen a ballet". Lo cierto es que, una vez vestida, nadie tenía el poder de quitarme el outfit de bailarina.
Más adelante, como maestra, podía ver los ojos de mis alumnas iluminarse cuando llegaban los vestuarios de fin de curso listos para su recital, los colores, texturas y por supuesto, el largo del tutú romántico era lo que más me gustaba a la hora de que lucieran sus trajes. Nunca permití que la escenografía interfiriera con la particularidad de un vestuario en escena.
Lo cierto es que, para mis ojos, no existe nada más lindo que ver, vestirse y sentirse bailarina; esa relación tan bonita entre el rosa y el negro, el corte de un buen leotardo de licra fina y las medias a juego con el color de los zapatos, es algo que llevo en todas las actividades que hoy día realizado como profesional de la danza.
La importancia de la clase, el respeto por la época y lo femenino de una falda, es para mí casi un legado que no debe perderse. Suelo decir a quienes me hablan de bellas artes, que no existe nada más elegante que la danza misma, y es algo en lo que creo firmemente. No es por nada que Christian Dior diseña para la Ópera de París, o que una actriz como Audrey Hepburn fuese reconocida por su elegancia, otorgando a la danza el mérito a su contribución, pues había estudiado Ballet con maestras como Sonia Gaskell y Marie Rambert, permitiéndole destacar en películas musicales.
Cuando hablamos de moda y estética, no crean que solamente nos referimos a lo que portamos en el exterior. Llevar consigo una buena enseñanza en la danza es también ser consciente de tu cuerpo y su cuidado, de la forma en la que te expresas y hasta de los lugares a lo que asistes, porque la danza te exige que, diariamente, nutras el intelecto con nuevos conocimientos y formas amplias de pensamiento. La danza es libre. Así lo describía la propia Isadora Duncan, famosa por sus bufandas de seda fina que podía portar en su elegante cuello formado en clases de danza, su cabello corto y una fluidez de movimiento y de pensamiento única.
La Danza está siempre en boga, a lo largo del tiempo y de una u otra forma, ha encontrado adaptarse de una manera atemporal que destaca a quien sabe portarla con orgullo. A estas alturas del tiempo en donde lo pasado parece ser aburrido, la danza ha permanecido intacta siendo un símbolo de valor y de distinción.
Aún puedo ir a las tiendas de capezio tan solo para abrir la caja de los zapatos suaves de cuero rosado, y siento lo mismo que la Maggie de 9 años disfrutaba al olerlas. Y ahora combino estas pasiones como diseñadora de vestuarios en mi país, Panamá, con un clima caluroso la mayor parte del tiempo, puedo jugar con formas, cuerpos, colores y más, vestir de danza a un cuerpo latino no es fácil, pero se puede con el conocimiento y la experiencia.
La mujer profesional de hoy se distingue entre lo clásico y lo inolvidable, lo bello con lo nuevo, lo fino con lo moderno. Hoy, no imagino una clase de danza sin el atributo principal: el uniforme de clase. Esa sencilla indumentaria que nos enseña a ser recatadas, disciplinadas, hermosas y diferentes, y que cobra vida en el teatro, es admirada por muchas que asocian lo elegante con lo clásico de la danza en su cotidianidad. El escote recatado, las faldas a la rodilla, los palazzos bien llevados y todo lo que hoy día podemos combinar con elegancia, provienen de una fuente principal, abriéndole espacio a lo clásico en un mundo tan moderno.
Debemos encontrar un balance entre lo clásico y lo moderno, llevar consigo y portar con elegancia piezas que construyan su imagen profesional con su intelecto. El ballet de Hong Kong hoy día le ha dado vida contemporánea a cada una de sus puestas en escena sin perder la esencia de lo que representa, la propia referencia del flamenco le ha dado vida al cuerpo de la mujer con mangas largas ceñidas al cuerpo y las faldas amplias, la danza contemporánea viste de personas comunes de manera unicolor y los accesorios casi nulos le han dado un toque sutil pero moderno a la hora de vestir a cada mujer, y aunque busquemos en la moda actual nuevos cánones de belleza, debemos ser conscientes de que la moda pasa, pero el estilo permanece.
Hoy por hoy, mantener esos estándares de estética me ayuda en la profesión de muchas formas, porque considero que la moda es la expresión más hermosa del ser humano. Desde el momento en que sales a la calle, comunicas belleza u ostentosidad, salud o descuido, primacía de intelecto o lenguaje corpóreo.
Hablar desde la danza, es comunicación pura.
Y tú ¿qué vas a comunicar hoy?