Por Laura Aredes
Natalia Bazán es bailarina y docente. Formada en técnica clásica y contemporánea en el Teatro Libertador “San Martin” de la Ciudad de Córdoba, y en la compañía Danza Viva, nos cuenta los detalles de su recorrido artístico, en esta entrevista.
LA: -¿Cómo y cuándo incursionó en el mundo de la danza?
NB: Empecé a estudiar en una academia de barrio a los siete años, y a los once entré al seminario del San Martín, que es la escuela del Teatro de Córdoba con un régimen de ocho años. Consistía en tomar clases todos los días de técnica clásica, contemporánea, historia de la danza, elongación y , dependiendo el año, tenía repertorio. Ahí realicé mi formación más completa (11 a 18 años). Paralelamente, tomaba clases con mi maestro de toda la vida. Si lo detallamos un poquito, era a la mañana, iba al secundario, salía y a las dos de la tarde me iba al teatro donde estaba internada hasta las ocho de la noche. Mis últimos dos años trabajé en el Ballet (el ballet era por obra, “locación de obra”; se audicionaba para ser cuerpo de baile para trabajos específicos, donde trabajabas por cuatro meses, o lo que duraba el montaje). En esos mismos años ya había entrado a la compañía independiente Danza Viva, lugar donde estaban todas mis maestras y decidí quedarme ahí, dejando el ballet.
LA: ¿Cómo llega al mundo de la docencia?
NB: Empecé a enseñar hace poco, en el año 2012. Aquí en La Rioja está el Polivalente (surgieron en las provincias que no tenían los teatros líricos, entonces cumplían esa función de educación, más allá de formar bailarines). En Córdoba no había un profesorado o carrera de danza, el que se dedicaba a enseñar se formaba en estas academias, reproduciendo su modelo; posteriormente, después de cumplir el régimen de años, te recibías, abrías tu academia y dabas clases. Decir Maestro implicaba una gran trayectoria, con mucho conocimiento en la materia. Yo empecé a dar clases porque Cristina Gómez Comini abrió su estudio y me convocó para que diera clases, y como estaba embarazada (no iba a bailar) di barre à terre. No sé si lo busqué tanto, pero con el tiempo te vas dando cuenta que es hermoso enseñar ¡me gusta mucho!, aunque no tanto la parte burocrática. Pero es una satisfacción ver como tus alumnos van progresando.
LA: ¿Qué enseña y cómo describiría el contenido de sus clases?
NB: Depende del grupo, de la institución, etc. Yo no puedo dar una clase igual a como la aprendí, porque estaba en un programa de ocho años para ser bailarín. No es lo mismo dar clásico o contemporáneo a un grupo de estudio que no es para ser bailarín profesional, pero la exigencia de las clases es la misma con todos, siendo clara en los conceptos, en la explicación técnica; y de acuerdo al grupo van variando la complejidad y el dibujo coreográfico. Me formé con base de la escuela rusa y por ello hablo con el mismo léxico, intentando nombrar igual los pasos, contar de donde vienen, seguir la secuencia de barra lo más completa que se pueda en función del grupo.
LA: ¿Por qué recomendaría hacer danza?
NB: Sirve para el ocio y para liberar preocupaciones. La danza clásica no es muy divertido aprenderla porque crea una disciplina, hay toda una complejidad en la estructura del movimiento, es más rigurosa, es como un Pilates hoy en día, tiene trabajo físico, te hace tomar conciencia de que si lográs trabajar todo el grupo muscular, te tonifica, te da cardio, resistencia. Por ahí viene gente que no sabe dónde está el cuádriceps ni el centro, y es difícil, pero se puede ir mejorando la alineación, los brazos, te libera las tensiones de espalda. Como educación en un arte, es importante, es aprender a mirar con otros ojos, acercarse a lo bello del movimiento, a la estética que propone la técnica clásica. Vos decís clásico y la gente lo relaciona con los ballets románticos que son viejos o no conectan con la realidad, pero como educación en materia cívica, cualquier ciudadano pueda conectarse con un arte. Estamos alejados de ese tipo de arte.
LA: ¿Qué entiende por comunicar a través de la danza?
NB: Es lograr conectarse con un arte, porque cuando uno conecta logra comunicar. Cada danza tiene su técnica para realizar movimientos que expresen sentimientos y emociones, pero al final todas tienen una misma finalidad: ser un canal de comunicación. Y uno, desde el lugar de docente, tiene que permitir al alumno no sólo conectar desde el movimiento, sino como espectador de la danza.-