La siguiente crónica fue escrita por Nicole Insuasty en el marco de las actividades propuestas por el Seminario de Periodismo de Danza, a cargo de Ana González Vañek. Felicitamos a Nicole, bailarina y estudiante de Comunicación Social, por su excelente desempeño durante su cursada a distancia desde Colombia.
KILLAWAYRA: bailando con el corazón
II Encuentro Binacional de Danza
Conmemoración de los 60 años de funcionamiento
del colegio Ciudad de Pasto
Nariño, Colombia
Por Nicole Insuasty
7 de Noviembre de 2018
7 de Noviembre de 2018
7:13pm
Un
elenco de bailarines que salen del escenario goteando sudor, un público
sonriente que murmulla palabras de agrado, un auditorio que se llena de
aplausos; 4, 5, 6, 7 segundos de satisfacción total.
5:30pm
Los
bailarines de la agrupación van llegando al salón asignado para vestirse,
peinarse y maquillarse respectivamente. La paleta de colores está abierta y a
disposición de las chicas; las brochas y pinceles, extendidos en el kit
plateado y los aretes, en la cartera de flores.
Las
bailarinas han decidido que el color del maquillaje será amarillo, naranja,
rojo y negro. Cada una se aplica en el párpado un iluminador blanco en crema y
dos de ellas agarran las brochas para empezar a maquillar a sus compañeras
mientras los chicos sacan el vestuario de la maleta negra para repartirlo a
cada integrante.
6:30pm
En
esta ocasión, el elenco de Killawayra presentará una pequeña gala de la Costa
Atlántica y Caribe, bailando a ritmo de cumbia, puya y mapalé. Todos están
vestidos y preparados para el show. Individualmente, articulan los tobillos, las
rodillas, la cintura, los brazos y las muñecas; calientan con algo de spining y
el director, Fernando Estrada, les dice que hagan gestos graciosos para
distensionar los músculos de la cara.
Unos
nerviosos y otros confiados se brindan sonrisas y abrazos. Fernando reúne a los
bailarines en el camerino donde forman un círculo y se agarran de las manos mientras él da
unas palabras para motivar al grupo. Finaliza pidiendo a los danzantes que
expresen con una palabra sus sentimientos. Los primeros dicen: “Fuerza,
dedicación, pasión, amor”…
7:00pm
Los
bailarines están preparados detrás del telón; el público, en silencio.
El
locutor anuncia: “Con ustedes, la agrupación dancística Killawayra de Nariño,
un fuerte aplauso”.
Las
luces del escenario están apagadas. Seis hombres y seis mujeres salen al escenario, y
toman posición para iniciar. Suena la música: una cumbia guapachosa (En
Colombia significa: alegre, divertida, fiestera). En mi cabeza retumba el
“Wepaje, Upagui, adoro mi cumbia, mi río, mi montaña...”.
Las
luces del escenario se prenden y se puede detallar mejor el vestuario. Las
chicas llevan tocados de flores coloridas y relevantes, un vestuario color
durazno a cuadros blancos con encaje en sus vuelos, y los chicos, una guayabera
blanca con pantalón blanco y una pañoleta roja que agitan al son de la cumbia.
Hacen un cambio de elementos; ahora las chicas llevan los velones mientras
hacen un círculo en el centro; los chicos en el piso hacen lagartijas y recogen
el sombrero con la boca; todos coordinados giran y giran dentro del escenario: los
hombres bailan suavemente junto a ellas. La mujer apoya las plantas de los pies y
se desliza suavemente con movimientos suaves, tiene el busto y la cabeza totalmente
erguidos, y mientras la cumbia va desvaneciendo, aparecen dos bailarines detrás de sus grandes faldas, con un vestuario de Puya. La gala continúa.
Una
pequeña parte de teatro mientras el hombre invita a la mujer a bailar puya y
salen de inmediato otros diez bailarines a escena que lo llenan de movimiento
y vivacidad. Pelucas largas y negras que llevan las chicas, faldas de
color amarillo y pequeños vuelos rojos y negros que se agitan uniformemente. Los chicos de pantalón negro, mientras tanto, mueven sus torsos desnudos a tiempos
imparables. El público aplaude.
Arriba,
abajo, arriba, abajo. Movimientos totalmente coordinados. La puya es
considerada como baile callejero típico de los departamentos del Cesar y
Magdalena en Colombia. Doce bailarines en escena con actitud fiestera que
gozan cada paso que dan, sonrisas relucientes, gritos de ánimo que
marcan el cambio de tiempo mientras menean sus cuerpos. Y de repente, una pose
final que da paso a unos cuantos segundos de aplausos mientras suena de fondo
un mapalé; entran cinco bailarinas corriendo a la parte derecha del escenario y al
instante cinco bailarines en la parte izquierda que se fusionan en tiempos pares.
Una danza afrocolombiana de movimientos muy fuertes y rápidos; todos
saltan y caen al mismo tiempo. Con sus brazos y piernas ágiles dan pasos cortos
y acelerados; llega un instante de improvisación donde cada bailarín posa
libremente exhibiendo su bello vestuario con colas largas naranjas y
amarillas; las chicas llevan adornos en su pierna derecha y los chicos en su
cuello, lo que les permite poner a la vista de los espectadores cada movimiento
de sabor caribeño. La
música va terminando. Los danzantes han entregado todo de sí mismos en el
escenario. Sus caras de alegría reflejan el esfuerzo y dedicación con la que
planearon esta maravillosa presentación.
7:13pm
Un
elenco de bailarines que salen del escenario goteando sudor, un público
sonriente que murmulla palabras de agrado, un auditorio que se llena de
aplausos; 4, 5, 6, 7 segundos de satisfacción total.
"El trabajo fuerte, las repeticiones, las caídas, todo ha valido la pena por esos 7 segundos de satisfacción total, de escuchar los aplausos del público, de bailar con el corazón, de dejar alegre el escenario.” Jorge Garzón. Bailarín Killawayra de Nariño.
"El trabajo fuerte, las repeticiones, las caídas, todo ha valido la pena por esos 7 segundos de satisfacción total, de escuchar los aplausos del público, de bailar con el corazón, de dejar alegre el escenario.” Jorge Garzón. Bailarín Killawayra de Nariño.