Fotografía, gentileza de Yanina Rodolico
El último fin de semana se presentó en Café Muller un bello y recomendable proyecto de danza que invita a recorrer un camino luminoso y sin límites, en viaje hacia la libertad. Como la vida misma cuando nos permitimos sentir cada instante, despacio y en silencio.
Se trata de Proyecto Golondrinas, interpretado por Yanina Rodolico, Pablo Burset y Victor Campillay.
El año pasado tuvimos el placer de disfrutarlo en el Centro Nacional de Música y Danza -invitado por la Compañía Nacional de Danza Contemporánea-, en el Centro Cultural Sábato y en la hermosa sala de Café Muller, especialmente diseñada para dar tiempo y espacio al recorrido de tres maravillosos bailarines cuya autenticidad se refleja en cada uno de sus movimientos.
Con la misma dulce y fresca sencillez que despliegan en escena, me recibieron tiempo atrás para realizar una entrevista que, de a poco, se convirtió en una cálida y riquísima conversación. Allí me contaron, entre otras cosas, sobre el proceso creativo de un trabajo cuyo desarrollo se articula en torno a los cambios, a las rupturas y continuidades que surgen de migrar, de mutar la piel, de abandonar un lugar para llegar a otro y habitarlo.
Es decir que Proyecto Golondrinas, como su nombre lo indica, no es una obra que propone un cierre de sentidos y significados sino un proceso en continua expansión. Un proyecto de investigación del movimiento y de las sensaciones, todo ello generado a partir de la propia experiencia de los intérpretes. En este sentido, cabe destacar que los orígenes respectivos de los bailarines, y los viajes de ida y vuelta realizados entre Buenos Aires y sus ciudades natales, definen y describen la apertura significativa de esta interesantísima y a la vez estéticamente atractiva propuesta artística, generando un acercamiento inevitable por parte del espectador.
El público de Proyecto Golondrinas pemanece atento en todo momento. Se torna prácticamente invisible el espacio para la interpretación juiciosa durante la puesta en escena ya que la perfecta articulación entre composición escénica, movimientos, música e iluminación, invitan a ser parte de su propia circularidad. En Proyecto Golondrinas no vemos una obra sino que somos en y por un espectáculo que logra poner de manifiesto la propia esencia de la Danza: su inaprehensibilidad.
Algunos recursos como las pequeñas linternitas utilizadas por los propios artistas para iluminarse, la informalidad de sus vestuarios sencillos, y la proyección de un video donde podemos apreciar a los intérpretes en el campo -quizás en alguno de sus viajes por el interior del pais- apelan a nuestra más ingenua y lúdica sensibilidad. A esos hermosos lugares de nuestra memoria que permanecen tan dormidos como despiertos, porque son aquellos que nos han traido hasta aquí, por este camino que llamamos "vida". Recuerdos cálidos que sin reconocerlos, nos desbordan en su pura posibilidad abierta de ser. Hasta que un día, un trabajo artístico como Proyecto Golondrinas nos refleja, despacito y sin avisarnos, con esa maravillosa y sutil eficacia que logra un excelente trabajo de Danza.
Continuará...
Idea, dirección y performance: Yanina Rodolico, Pablo Burset y Victor Campillay.
Audiovisuales y asistencia general: Nacho García Lizziero