LO SAGRADO EN MI DANZA

Por Laly Alejandra Balcazar Arévalo

IG @lalybalcazar



Fotografía - Martin Zurmühle


En algunas culturas, la clasificación de las danzas sagradas se realiza partiendo del hecho de que son realizadas para honrar a los dioses y realizar conexiones directas con ellos, con ofrendas u oficios religiosos. Sin embargo, en mi camino he tenido la oportunidad de observar cómo las personas viven la danza, y el significado que le dan a la misma, a través de la relación estrecha que se crea con esta práctica.

En mi cultura de origen, a simple vista, podríamos decir que la gente vive la danza como un medio de disfrute, de alegría e incluso de apertura con ciertos estilos o culturas, como cuando se aprende una danza diferente a la del propio lugar. A través de diversas experiencias, tuve la oportunidad de ver que hay personas que viven la danza de una manera muy profunda, con maestros que han entregado su vida a este arte, a su preservación y transmisión. Y esto lo observo desde mi camino particular, el cual ha sido marcado, desde el inicio, por una presencia divina que me ha llevado por una ruta inesperada, signada -me atrevería a decir- por un alto grado místico y mágico-religioso. 

A través de las múltiples experiencias espirituales que he podido observar en mi práctica de danza, me surgió la siguiente inquietud: ¿Qué es lo sagrado en mi danza? Se puede decir que una danza de orígenes y tradiciones muy antiguas, es sagrada, porque se considera que fue creada para y por los mismos dioses. Su origen y su creación son considerados sagrados, así como también sus fundamentos en relación con lo religioso.

En la mayoría de las culturas, lo sagrado y lo religioso son temas inseparables, reforzados por la forma en cómo se han transmitido a través de las diferentes épocas y linajes. En realidad, el primer interrogante que me surgió fue: ¿Cómo vive lo sagrado un bailarín que conecta y se enfoca en la estética, la técnica y el crecimiento del ego, a través de sus avances como intérprete y/o profesor?

A lo largo de mi trayectoria, he tenido la fortuna de conocer el territorio de origen de mi danza: estudiar y aprender de la mano de excelentes maestros, con experiencias profundas y, en muchas ocasiones, sorprendentes. Esto me ha llevado a sentir un gran respeto por la práctica, gracias a todo lo que ha sucedido en varios aspectos de mi existencia, que va desde lo corporal y lo mental, hasta lo espiritual. Seguramente tú, querido lector, al leer la palabra “práctica”, la relacionas con el aprendizaje o perfeccionamiento de la técnica; y, efectivamente, eso hace parte. Pero en realidad es algo que va más allá. En mi caso, la práctica constante y consciente (sobre todo de las dificultades) me ha permitido otras posibilidades de conexión y entendimiento. Es allí donde el sentido de lo sagrado ha tomado toda la amplitud de lo que significa esta palabra.  

Profundizar y entregarme a la danza con el corazón abierto y libre de pretensiones egóicas, ha permitido que pueda experimentar la magia que la experiencia de la danza ha hecho en mí, creando una relación muy estrecha entre este arte y todo lo relacionado con él. Esto empieza por el lugar físico de la propia práctica, ese espacio material donde todo sucede, y que en mi caso, es el salón de danza. Es también mi cuerpo, que hace posible el movimiento y evoluciona a la par, con los avances corporales e intelectuales. Estos elementos se  acompañan con todo lo que implica tener una práctica de danza como camino de vida: la ropa con la cual entreno, los trajes y accesorios que utilizo para las presentaciones, e incluso el cuaderno de notas. En realidad, todo lo que sucede ha sido tan profundo que me ha llevado a darle un carácter sagrado a cada cosa que acompaña mi experiencia artística.

Digo "sagrado" porque, a través de la práctica, he podido vivenciar conexiones profundas, y la primera de ellas ha sido conmigo misma. La consciencia corporal que se genera, permea toda la existencia y lleva a una consciencia profunda, más allá del cuerpo y el espacio físico. Poder autoobservarse, autoreconocerse, autotransformarse, genera algo que las palabras no pueden describir, pero que puede percibirse en el alma y se hace evidente en el comportamiento como individuo. Podría decir que es algo parecido a cierto tipo de alquimia que se realiza entre el cuerpo, el alma, la práctica y la energía divina, y que permite que todo esto suceda. 

Finalmente, la respuesta que doy a mi propia reflexión, es que lo sagrado se genera en mí, a través de la experiencia vivida, en cada paso y en cada etapa del camino. Sin duda alguna, se generan conexiones que van más allá de lo que se ve desde el exterior, pero que se sienten y se viven en el alma. Y es lo que al final entrego al espectador cuando estoy en el escenario. Sagrado, es aquello que atesoras en el corazón con todo el amor y el respeto que son posibles en ti, lo cual cuidas, proteges, honras y alimentas en el cotidiano. 

ANA CARRERA: SOY MI PROPIA HISTORIA DE AMOR Y TRANSFORMACIÓN

Por Ana González Vañek

IG @danzaycomunicacion


En el sendero de sincronías que es mi vida, y en pleno proceso creativo de la sección Danza & Salud, tuve el placer de conocer a la española Ana Carrera, investigadora del movimiento hace más de 25 años, y autora del libro "Dame tu mano y camina. Una guía para encontrarte y danzar la vida". Cocreadora (junto a Azul Ochoa) de Sanación en Movimiento, un sistema de terapia psicocorporal diseñado para el desarrollo del autoconocimiento, entendió que su propósito reside en acompañar los procesos verdaderamente necesarios de todas las personas, a partir de la integración de su naturaleza física y energética. Tanto es así, que actualmente organiza eventos, retiros y másters enfocados en la transformación individual y colectiva, a través del movimiento. En esta entrevista, Ana describe su recorrido y comparte sus valiosas experiencias, con la intención de nutrir el necesario sendero donde las artes del movimiento y la sanación, confluyen.




AGV: -¿Cómo fueron tus comienzos en las artes del movimiento? 

AC: Esta aventura comenzó hace más de 30 años, cuando era una adolescente rebelde con poco interés en los estudios y en constante búsqueda de todo lo que me ayudara a escapar de mí misma. Entonces me di cuenta de que no podía bailar; mi cuerpo era una estructura rígida incapaz de moverse. Sentía que mi fuerza interior se chocaba constantemente con un gran muro: mi cuerpo. El primer día que hice una sesión de aeróbic me quedé maravillada por poder mover mi cuerpo al ritmo de la música. La energía que se creó en el grupo me dio fuerza y alegría, sentí el movimiento de la vida danzando dentro de mí y, por primera vez no quise escapar de mí misma. Al terminar miré a la profesora y pensé que sería fabuloso dedicarse a aquello; me dije que algún día sería profesora de aeróbic. Con 18 años comencé a impartir sesiones y desde ese momento hasta ahora, no he dejado de acompañar a otras personas a despertar los potenciales del cuerpo a través del movimiento. 

AGV: ¿Cómo describirías tu evolución en el sendero de la sanación?

AC: El gimnasio donde trabajé durante los primeros años se convirtió en mi casa creativa, y fue allí donde, tiempo después, pude crear mi propio método de trabajo al que en en aquella época llamé AfroYin. Durante esos años progresé en la pedagogía y la estructura del método. Mi trayectoria facilitando el movimiento a otros ha sido lo que más me ha enseñado a conocer mi propio cuerpo y, por lo tanto, a mí misma. En el año 2000, comenzaron mis viajes al continente africano. África hizo que me sumergiera por completo en mi interior. Esta tierra me sacudió y movió estructuras rígidas que habitaban en mí. Fue un encuentro con partes reprimidas, tapadas y olvidadas. Me hizo recordar que soy mujer, y mi capacidad de engendrar vida. Conecté con mi naturaleza creadora, mi útero y mi instinto maternal. La danza africana me dio la llave para conectar con mi cuerpo a un nivel más profundo, sentí mi fuerza vital y mi alegría. Danzar esos movimientos tan primigenios sacudió cada célula de mi cuerpo. Todo se movió, se expresó y pude sentir la conexión de la tierra y el cielo dentro de mí. Danzar este nuevo lenguaje ayudó a mi cuerpo a liberarse, a soltar y a recordar. Mi búsqueda personal me trajo a Barcelona, ciudad donde vivo desde entonces. Realicé la formación de Kundalini Yoga, que combiné con diferentes estudios en Medicina Natural, Medicina China y Energética. Continué estudiando diferentes modalidades de danza terapéutica y de trabajo corporal. Todo ello acompañado por un necesario proceso de crecimiento personal, donde por fin obtuve respuestas. Desde el 2003 he impartido y acompañado mediante formaciones presenciales, online y retiros, a miles de personas con ganas de crecer internamente y de conectar con su cuerpo para despertar el poder de sanarse a sí mismas. Todo estos procesos me han atravesado, y han sido un poderoso sendero de transformación en mi vida. Ahora dirijo, junto a Azul Ochoa, la escuela Gimnasio del Alma en Barcelona, donde impartimos el Máster de Sanación en Movimiento y diferentes programas, tanto en formato presencial como en formato online.




AGV: ¿Por qué es tan importante comprender el vínculo cuerpo-emociones-pensamientos-espíritu?

AC: Porque somos una unidad: nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestra mente y nuestro espíritu forman un todo. Cuando expandimos la consciencia a todo lo que somos, crecemos, ampliamos la mirada hacia adentro, hacia los otros y hacia la vida. Es vital, en los tiempos que vivimos, que conozcamos nuestra anatomía física y sutil para despertarla, desarrollarla y evolucionar. Cuando reconocemos que nuestras experiencias emocionales y psicológicas se manifiestan en nuestro cuerpo y, al mismo tiempo, el estado físico influye en nuestras emociones y pensamientos, somos más soberanos de nuestra energía, nos cuidamos mejor y, lo más importante, tenemos más recursos para atravesar los momentos de adversidad. Somos un milagro de la naturaleza. Cuando nos abrimos a conocer la energía que nos conforma nos damos cuenta que somos mucho más que nuestras heridas, nuestros bloqueos o traumas, somos mucho más inmensos y poderosos que nuestras circunstancias de vida y podemos transformar completamente nuestro sufrimiento en impulso para evolucionar. 

AGV: ¿Cuáles son tus objetivos y expectativas en relación con tu proyecto Gimnasio del Alma?

AC: Mi socia y yo llevamos acompañando procesos de transformación desde el 2008 y nos sentimos bendecidas por esta oportunidad que nos sigue brindando la vida de ofrecer, tanto el Máster como los diferentes programas. Es un regalo ver la evolución de las personas. Nosotras damos a las alumnas y alumnos lo que nos damos a nosotras mismas y como todo proceso vivo cada año las herramientas van evolucionando con nosotras. Lo que nos continua encendiendo el corazón son las personas que sienten el llamado y eligen formarse con nosotras. Desde que lo realizamos en formato online podemos acompañar también a personas de diferentes países y esto nos ha enriquecido mucho la experiencia. Más que objetivos lo que tenemos son ganas de continuar y la confianza de que nuestras Almas nos irán guiando como hasta ahora para seguir dando los próximos pasos. 



AGV: ¿Cómo describirías el alcance y repercusión de tu actividad?

AC: Pues sinceramente creo que es difícil de cuantificar, son más de 25 años entregada a mi misión de vida. Lo que si puedo decirte es que cuando alguien me escribe para decirme que desde que estuvo conmigo en un Seminario danza cada mañana al despertar, siento que todo este camino ha merecido la alegría.

AGV: ¿Qué entendés por "sanación en movimiento"?

AC: En este camino transitado junto a Azul transformamos la metodología de AfroYin con el nombre "Sanación en Movimiento", porque sentimos que abraza y contiene con más coherencia, lo que ofrecemos en nuestro presente. Sanación en Movimiento es una terapia psicocorporal, es un sistema diseñado para que conozcas y desarrolles los diferentes espacios que componen tu naturaleza física y energética. Sanación en Movimiento es Autoconocimiento y transformación personal a través del movimiento, la danza y la expansión de la consciencia. En Sanación en Movimiento vas a danzar tu mandala vital, desde los miedos y las heridas hasta los potenciales y las fortalezas de tu Alma. Lo que pasa a través de tu cuerpo toma forma real, es energía disponible para manifestar. Utilizamos el movimiento y la danza para poner esta energía en circulación y transformarnos. Y así, aprendemos y entrenamos cómo sostener y direccionar las diferentes energías que nos conforman a nivel físico, emocional y mental para seguir evolucionandoSanación en Movimiento es un sistema que te permite aprender a cuidarte a nivel físico y energético para que tengas más recursos en tu autocuidado. VAS A DESCUBRIR QUE TU CUERPO ES UN GRAN ALIADO EN TU BIENESTAR. Cuando cuidas tu cuerpo, estás cuidando de ti, al cuidar de ti te sientes mejor y eso se refleja en todos los aspectos de tu vida. Conocerte desde el cuerpo te ayuda a gestionar mejor tus emociones ante los conflictos de la vida y desarrollar más habilidades para enfrentar cualquier situación de adversidad. Tener la valentía de abrirse hacia dentro tiene su recompensa: a la vez que identificas bloqueos, descubres potenciales, fortalezas, dones y, en definitiva, toda la grandeza que habita dentro de ti.

Elijo terminar con este mantra que forma parte de los 10 Mantras de una mujer despierta de mi Libro: DAME TU MANO Y CAMINA. Deseo que sea faro para tu vida.

SOY MI PROPIA HISTORIA DE AMOR Y TRANSFORMACIÓN

Me ocupo de transformar mis creencias en valores. Mi creencia es visceral, emocional, difícil de controlar, me limita. En cambio, mis valores son estados, nacen de mi corazón y expanden mi crecimiento. Cuanto más me conozco a mí misma más puedo amarme y amar a los que me rodean. El amor es un estado que me pertenece. Nadie tiene el poder de quitarme el amor que habita dentro de mí, solo yo misma puedo cerrar las puertas a esta energía suprema que me conforma. Yo soy quien le da el crédito a los demás para activar lo que ya tengo dentro de mí. Elijo vivir despierta a la inmensidad que soy y asumo la responsabilidad que requiere caminar con mi poder entre las manos. Estoy comprometida con mi proceso personal que me pide coherencia, transparencia y crecimiento constante para vivir alineada con mi Alma. Mi cuerpo es mi templo, donde puedo reconocer y valorar mi naturaleza cíclica, nutricia y dadora de vida. Me comprometo a cuidarme en la salud y en la neurosis, en mi luz y en mi oscuridad todos los días de mi vida, hasta que la muerte me transforme.

DE CARA AL TIEMPO

Por Lucero Dávila

IG @lucerodavilaarte

IG2 @proyectoespecie


Fotografía: Bryce Quinlan


El tiempo es algo que ninguno de nosotros puede detener.

Puedes colocar tu dedo en las manijas del reloj, quitar la batería, romper el aparato, pero nada detendrá el paso del tiempo en tu vida, tu cuerpo ni el de ninguna otra criatura sobre la faz de la tierra. 

En este sentido, puede resultar abrumador para algunos de nosotros ver cómo su paso por nuestro cuerpo va dejando huellas a una velocidad impresionante.

Si bien es cierto hoy en día existen diversos tratamientos para evitar el envejecimiento, también es cierto que esa dilación sigue su paso muy dentro de nosotros. 

La historia de cada cuerpo es diferente, una de otra; en mi caso, he padecido dos accidentes que dejaron secuelas imborrables, y en mi presente veo cómo se van acentuando con el tic tac del reloj. Todo aquello que los médicos me anunciaron debido a los efectos de ambos eventos, se están dando con la premura que pronosticaron, y en ocasiones es aterrador; es como batallar nuevamente con el momento en el que no sabía si me iba a recuperar o no, en el que no sabía si los médicos al decirme: “Olvídate ya de dar brincos y saltos” (refiriéndose a mi deseo, siempre latente, de volver a bailar), estaban acertando, o sólo querían que dejara de llorar durante la consulta porque algunos de ellos no supieron ni quisieron calmarme. 

Afrontar el vaticinio médico, sumado a deficiencias orgánicas y males congénitos, me lleva a preguntarme muchas veces si podré lograr las metas que me he trazado, si estoy en una carrera que es impuesta por las manecillas del reloj de la vida y que no se va a detener, haga lo que haga.

Me pregunto si me veré triunfando en la escalera de la vida a la que quiero llegar, si levantaré la copa de mi propia victoria personal sobre las marcas de dos accidentes y una enfermedad hereditaria. Esas dudas me llevan a desnudarme ante todos, para mostrar mi miedo como el ser humano que soy, justamente hoy y justamente ahora, parada frente al enorme paso del tiempo que lleva la imagen de una enorme y pesada torre gris, cuya emisión de sonido enmudece con cada campanada el espacio infinito, amenazando mis sueños y toda esperanza.

Entonces, ahora, en medio del miedo, tomo con suavidad las barras del salón y me dispongo a encarar las consecuencias que el tiempo, las dolencias y todo lo demás me impongan, descubriendo que también digo: “Sopla más fuerte, te espero de pie”.

En este instante caigo en la cuenta de que ya resisto todas las planchas en la rutina de entrenamiento que antes no podía, me estiro como nunca antes lo hice, y cada vez que estoy en mi clase de Ballet, continúo viva, triunfando sobre la predicción y la incertidumbre. Cada vez que termino una rutina, someto a mi miedo.

Sí, tengo dolor; sí, acabo agotada; sí, me seguirá doliendo; pero todo eso me grita y me repite incansablemente, que la vida brota en mí; que mientras siga bailando, que mientras pueda bailar, voy a estar bien. Mientras mi cuerpo se mueva y camine, respire sin ninguna ayuda, corra y levante mis piernas en un developé cada vez mejor logrado; mientras el soporte de mi espalda se vuelva orgánico y mis piernas más fuertes, entonces, estaré bien y mi sueño se volverá real.

Ahora puedo verlo. La danza es el medio con el cual confronto la inquietud por el futuro, los designios y las sombras. Éste es mi grito de guerra: “Estoy viva y voy a disfrutar de cada segundo que pase por mi cuerpo y dentro de mi cuerpo”Voy a sentir el paso del tiempo en cada célula, y voy a abrazar cada dolor para gritar más fuerte con cada logro que se suponía no tendría. 

Nadie puede detener el tiempo, pero tampoco podrán detenerte si no quieres, y eso es lo que yo hago. No importa qué tanto duela; confío en mi cuerpo, confío en la vida y ruego para sentir la compañía divina en mí: escuchar cuando me dice que avance, que nada malo pasará.

Confío en que cada fin de semana acariciaré la posibilidad de mis sueños cumplidos al tomar las barras de mi salón de clase. Nadie puede quitarme la posibilidad que encontré, así como nadie puede quitarte la esperanza de lograr una meta, de disfrutar tu vida y de seguir frente a ella, contendiendo con lo que venga; tomándote fuertemente de las barras que ella misma te coloca en frente para que te sostengas y puedas lanzar tu propio grito de guerra: el  que nada ni nadie podrá silenciar.

Dicen que estamos en tiempos difíciles, y es verdad; la gente es cada vez más viciosa y cada nación  enfrenta hoy la división de sus propios pueblos. Las personas suelen perderse en el discurso de la queja y alimentarse de él; es por eso que prefiero la danza. La danza no es para los débiles, así como tampoco lo es la vejez; ambas son dos sendas por las que camino a diario esperando que me alcancen en el momento preciso y no antes, preparándome para encontrarnos justamente allí, en el escalón de mis victorias con la experiencia que los años en esta tierra pueda darme. 

Tanto la una como la otra son dos compañeras que merecen la valentía de cada alma y el esfuerzo por llegar a ese momento erguidos, con la carga de nuestros logros, con la tranquilidad de haber entregado todo a nuestro paso y haber sido nosotros los que dejamos una impresión en los demás; y que esos trazos construyeron algo en alguien, a quien enseñaron a ser valiente, a ser mejor.

Ninguna de las dos te necesita para seguir con su existencia; deberás ser tú quien decida avanzar o quedarte, enfrentarlas o huir. Ninguna de las dos se va a doblegar ante ti ni tus pesares, debes ser tú quien escoja esperarlas de pie, o de rodillas. Ambas te darán con todo lo que tienen, pero serás tú, finalmente, quien elija resistir, o renunciar. 

La vida transcurre sin decirnos qué sucederá mañana, somos nosotros los que vamos develando lo que nos depara mientras continuamos andando. Esa falta de certeza, muchas veces nos agobia; mas debemos superar ese momento, o también llevarlo a cuestas, siendo conscientes de que estamos aterrados; pero aún así, avanzar, pues nada se detiene para esperarnos y nada tiene por qué hacerlo.

Marianne Williamson señaló un día que nuestro miedo más profundo radica en descubrir nuestro propio poder. Comparto el poema completo, para que puedas averiguarlo:


Nuestro miedo más profundo no es ser inadecuados,

nuestro miedo mayor es nuestro poder inconmensurable.

Es nuestra luz no nuestra oscuridad lo que nos aterra.

Optar por la mezquindad no sirve al mundo, 

no hay lucidez en encogerse para que los demás no se sientan inseguros junto a ti.

Nuestro destino es brillar como los niños; 

no es el de unos cuantos, es el de todos

y conforme dejamos que nuestra luz propia alumbre, 

inconscientemente permitimos lo mismo en los demás

y al liberarnos de nuestro propio miedo 

nuestra presencia automáticamente libera a otros. 


Gracias.


https://www.wattpad.com/user/Lucerodavilaarte


ENCONTRAR MI PROPIA VOZ

Por Patricia Rojas Pérez

IG @darlevozalcuerpo


Fuente: Pinterest


¿Te has preguntado alguna vez, qué lugar ocupa el cuerpo dentro de tu historia? 

Los fragmentos de nuestra biografía, potenciados por la creencia de que la mente predomina sobre la emocionalidad, nos han llevado a distanciarnos de los mensajes que, de manera constante, el cuerpo nos entrega. 

Aprendimos desde la primera infancia a incorporar la quietud, como un símbolo de obediencia, para respetar una orden asociada al cumplimiento de una expectativa del mundo adulto, silenciando el movimiento natural de exploración: aquel que le permite al cuerpo la libertad de descubrir nuevas sensaciones e incorporarlas como símbolos de bienestar y placer, reconociendo asimismo aquellas que generan incomodidad.

Nuestra consciencia corporal, comienza a disminuir, mientras le vamos otorgando un lugar protagonista al cumplimiento y la exigencia del deber ser, potenciado principalmente por la incorporación a espacios donde los roles y mandatos sociales comienzan a aumentar, así como también la expectativa respecto a nuestro comportamiento.

Nuestra identidad se ve influenciada, por el cumplimiento de normas, transformándose nuestro cuerpo en un vehículo anestesiado que sobrelleva la carga de un sistema social, cultural y político, que determina la forma de relacionarnos con él.

La voz de nuestro cuerpo comienza a silenciarse para encajar en un molde establecido, donde se espera que todas las personas tengamos el mismo ritmo y movimiento y así, transitemos las etapas de vida en base al reconocimiento de nuestro entorno, ajustándonos a sus necesidades.

El distanciamiento con nuestro cuerpo y sus distintas dimensiones, permite que lo lineal se vuelva protagonista, aceptándolo como una nueva condición de vida y acostumbrándonos a ella, sobrecargándonos de productividad, invisibilizando nuestros propios límites, volviéndose confuso nuestro espacio personal.

El presente, se vuelve un lugar de inmediatez, donde el común denominador es el obtener resultados y gratificación de manera instantánea, acelerando los ritmos de vida, alterándose el reconocimiento de todo tipo de necesidades y la forma en que experimentamos el tiempo.

¿Qué sucede entonces cuando intentamos percibir nuestro cuerpo? El abanico de posibilidades para reconocer y experimentar sus mensajes se encuentra limitado, pues sólo reconocemos dentro de nuestra huella de existencia aquello que ha sido validado, silenciando sus sensaciones físicas y lo que se desencadena en nuestro mundo interior.

Cuando la creencia que tenemos un cuerpo separado de nuestra mente forma parte de nuestra estructura diaria, se torna difícil darles un sentido a nuestras vivencias, para poder acomodarlas en nuestro presente. Pero ¿Cómo podemos darle un nuevo espacio dentro de nuestra vida y así, volver a confiar en su sabiduría? Atreviéndonos a explorar el contenido emocional guardado en él, reconociendo el síntoma como la manifestación de una necesidad que pide a gritos ser escuchada, para darle voz a nuestra historia, a sus sensaciones y movimientos.

La danza, nos permite darles un lugar a nuestras respuestas corporales, descubriendo y reconociendo dónde está nuestro cuerpo, lo que nos dice, lo que quiere, lo que necesita, experimentando de esta manera una integración total de nuestro ser, transformándose en un refugio para el alma.

Cuando danzamos nos damos el permiso de sentir a través del movimiento, reencontrándonos con el cuerpo y su ritmo orgánico, posibilitando un espacio de libre expresión, donde podemos convertirnos en artistas para crear, quitar, agregar o modificar experiencias.

La danza nos da la posibilidad de respetar nuestro proceso, otorgándonos el espacio y el tiempo para encontrar nuestra propia voz, permitiéndonos explorar en base a lo que podemos, a lo que estamos preparadas para sentir y enfrentar.

Nuestra historia de vida danzada permite que nuestro cuerpo se convierta en voz que reclama respuestas y soluciones, que comunica lo que hay y lo que hace falta y le devuelve su poder reparador.


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Fotografía - Gentileza de prensa


Brenda Angiel, pionera de la danza aérea con una intensa trayectoria internacional, 

festeja sus 30 años en la danza aérea reponiendo este afamado espectáculo


Una nueva mirada sobre el tango, desde la danza como desde la música. Un espectáculo con trece artistas en escena, siete bailarines y seis músicos.


Manteniendo la esencia del género rioplatense e inspirado en uno de los famosos pasos del mismo nombre, 8cho fue creado por la coreógrafa Brenda Angiel. Los bailarines suspendidos en sogas y arneses crean una nueva forma de espacialidad y un cúmulo de nuevas posibilidades para el tango; sin perder la sensualidad, la nostalgia, el humor y la fuerza expresiva del mismo.


Los temas musicales originales y arreglos van desde tangos electrónicos, acústicos a tradicionales. La dirección musical es de Juan Pablo Arcangeli, (Integrante original de Astilleros) y Martin Ghersa. La orquesta está formada entre otros por el cantante Alejandro Guyot y excelentes músicos del género. 


La obra, que tiene un extenso recorrido por diversos festivales de Europa, USA y América Latina, a finales de septiembre se presentará en el Festival Internacional de Teatro del Pacífico, en el Teatro Marrinsky de la Ciudad de Vladivostok, Rusia. Este Festival es parte del Festival Internacional Chekov, el evento cultural más importante de Rusia. 


FUNCIONES

Domingos - 18 horas

Aérea Teatro

Bartolomé Mitre 4272 - CABA 

Entrada general: $14.000/ Estudiantes, jubilados: $10.000

Entradas por Alternativa Teatral

Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=jbktiC0oDoo

Redes sociales: 

@danza_aerea.ar    /    @brenda_angiel

www.aerialdance.com   /  www.danzaerea.com.ar



Ficha artístico técnica: 

Coreografía y dirección artística: 

Brenda Angiel

Dirección orquestal, música original y arreglos 

Juan Pablo Arcangeli, Martín Ghersa

Bailarines

Carla Bugiolacchi, Mauro Dann, Viviana Finkelstein, Morena Grasso, Rosina Heldner, Maximiliano Navarro, Guillermo Fabricio Perez, Giselle Pezoa Iturra. 


Orquesta

Juan Pablo Arcangeli (contrabajo), Joaquin Apesteguía (guitarra), Pedro Kiszkurno (bandoneón), Pablo Borghi (violin), Ada Gabriela Bernasconi (piano), Alejandro Guyot (voz)  



Diseño de iluminación

Anibal Corrado

Vestuario

Pilar Belmonte, Carolina Ferraiuolo, Federico Salinas

Asesores en tango

Valencia Batiuk, Martín Ojeda, Juan Malizia, Damian Esell, Cesar Peral, Marcos Ayala

Jefe técnico en vuelos

Rodolfo Aguirre

Técnicos en vuelos

Rodolfo Aguirre

Lucas Podestá

Maximiliano Cruz

Diseño sonido

Daniel Fabio Silva

Dirección de reposición de obra

Viviana Finkelstein

Producción general

Brenda Angiel

Prensa

Daniel Franco

Redes

Paula Aguirre


SECCIÓN DANZA Y SALUD

 


Querida comunidad:

Es una alegría contarles que este mes inauguramos la sección DANZA & SALUD.

Gracias a la confluencia de diversas experiencias que reconfirman la poderosa influencia de nuestro propósito, hemos comprendido la importancia -literalmente vital- de expandir la comunicación acerca de los infinitos beneficios de nuestro arte para la salud física, mental y emocional.

Quienes hemos sido llamados a recorrer el sendero donde la danza y la espiritualidad confluyen, sabemos que la sanación es parte del mismo, pues únicamente a través de la disolución de todo aquello que no somos, podemos acceder a la fuente de luz que nos habita.

En Kabalah decimos que la enfermedad no viene de Dios, ya que Dios es el origen de toda la creación, que es Amor. La enfermedad viene de su oponente, que es el Ego, y que en hebreo se denomina Satán.

Mientras que Dios ES en nosotros, pues somos emanaciones del Amor, cuya naturaleza es "dar", Satán es el olvido de quienes somos, pues su único deseo, es "recibir".

Y esto es, precisamente, lo que significa la palabra Kabalah: recibir.

Ahora bien, por ley de causa y efecto, sólo podemos recibir aquello que damos. Si damos enfermedad (obramos desde el Ego), recibimos enfermedad, pero si obramos desde el Amor, esto mismo recibimos.

De aquí, la importancia del autoconocimiento, que conlleva, además de un profundo viaje introspectivo, un necesario aprendizaje sobre nuestra naturaleza espiritual.

En un sistema que promueve el olvido de nuestro poder creador, haciendo de la enfermedad una parte de la vida en el mundo físico, y de la supuesta 'cura', un engranaje más de la ficción social, es necesario llevar a cabo un arduo trabajo de deconstrucción, en firme compromiso con la verdad que somos.

Al integrar todas nuestras dimensiones en comunión sagrada y perfecta, la danza es el arte sanador por excelencia, sólo si obramos en coherencia con nuestra misión espiritual. Y es parte de la misma aceptar que lo es, para recordar(nos) en los demás, lo único que hemos venido a cocrear y compartir: el AMOR que somos. 

Te invitamos a leer nuestro primer artículo, AQUÍ


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SECCIÓN TEATRO


Querida comunidad:

Es una alegría contarles que este mes reinauguramos la sección TEATRO.

Siguiendo a Pina Bausch, entendemos al teatro como parte de la danza, dado que el cuerpo, y las múltiples emociones que le son inherentes, constituyen la esencia de su lenguaje. 

A diferencia de quienes, haciendo eco de un intelectualismo cosificante, pretenden separar al cuerpo de la mente, quienes bailamos sabemos que el arte no es instrumento de nada ni de nadie, pues no se encuentra afuera de nosotros. Por el contrario, el arte ES en nosotros, ya que es el cuerpo, a través de sus infinitas develaciones, el instrumento vivo que hace a la manifestación de nuestra creación.

De aquí, la importancia de ser amables con "nuestro" cuerpo -que es tanto individual como social-, a través de lenguajes que nos dignifiquen y eleven, para reflejar la belleza del alma de nuestros espectadores y, de esta manera, honrar lo más sagrado de nuestra valiosa humanidad.

Damos lo que somos 🤍

Por este motivo, daremos lugar en esta sección a quienes lo hayan comprendido: la ideología y la propaganda política son parte de un sistema que, haciendo uso de sutiles pero efectivos mecanismos de manipulación, esclaviza a nuestra humanidad a través del control social de su corporalidad. Esto se llama Biopolítica y para saber más, te invitamos a leer la investigación de nuestra directora, AQUÍ.

Siguiendo a Cornelius Castoriadis, uno de nuestros autores de referencia, creemos en la autonomía del arte, que brota de la autonomía de un artista comprometido con la transformación social. Esto sólo puede suceder a partir de la creación de nuevas significaciones imaginarias sociales, y no a través de su reproducción.

Invitamos a los artistas escénicos que privilegian en sus creaciones la expansión del amor en nuestras sociedades -el amor UNE, sinó es cualquier cosa menos amor-, y a los agentes de prensa que tengan el honor de difundir tales propuestas, a enviarnos sus materiales por correo. Siempre es un placer, comunicar ARTE 📩 agvagencia@gmail.com

"Quiero ofrecer en escena, momentos de amor puro"

Pina Bausch