ORIGEN Y DESTINO

Por Melisa Rodríguez

IG @melirodriguez1812


Porque lo que no puedo decir, lo bailo.

Para que lo que bailo, algún día, pueda ser dicho.


A la Maestra de mi vida. La que forjó y fomenta aún en mí la inquietud, la curiosidad, la minuciosidad y la voluntad de ser cada día un poco más buena. La que me muestra siempre el techo y me da las herramientas para traspasarlo. Y, por sobre todo -siempre lo diré-, la que supo revelar mi belleza y ayudarme a cultivar mi Don. Gracias.


A los que quieren dejar una huella. 

A aquellos que buscan la plenitud del alma.

A quienes tienen la dicha de poder hacer lo que aman.

A los que llevan escondida la luz del arte en su interior,

tal vez estas palabras los impulse a encontrar su don y expresarlo.

Espero que las mismas resuenen en los cuerpos y que bailen conmigo.

Una unión sublime entre las palabras y la danza. 




© Josephine Cardin



Un día dije bailando lo que no pude decir cara a cara. Bailar es algo sagrado para mí: el santuario se traslada hacia donde esté danzando, ya sea con el cuerpo o con el pensamiento. Es, de alguna manera, la forma de manifestar los estados y los tiempos del alma. Es decir con el cuerpo donde las palabras no llegan o no son suficientes.


También es dolor. Bailar duele. Pero ese dolor se transforma en algo que decir para dar lugar a la sanación. No encuentro mejor lugar donde sanar que la danza. Es revelación de límites, de habilidades, de belleza. 

Es libertad en la opresión. No siempre se está encerrado de manera literal entre cuatro paredes; nuestros cuerpos son jaulas que se apoderan de nosotros. Descubrí limites específicos en mí con la danza, pero éstos hicieron que creara nuevas formas y fuera una mejor versión de mí misma.


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“Hasta donde me recuerdo, me recuerdo bailando, y cómo me emociona. Y cómo me fascina escuchar a mi cuerpo. Bailar me conecta con una variedad de sensaciones. Me conecta al mismo tiempo con mi ser, el animal que hay en mí, mi pasión con el sentido de la existencia. Bailar... no se trata de interpretar. Es un acto íntimo que puedes hacer solo. Se trata de permitir que el caos encuentre su zona de confort. Bailar es como estar en el ojo de la tormenta, que es un lugar muy tranquilo. Cuando bailo, estoy en mis mejores elementos. Es una sensación de dicha. No puedo pensar en algo que me de más placer que la danza. Espero seguir bailando mientras viva. Porque no me imagino una vida sin danza” OHAD NAHARIN – Coreógrafo