Por María Victoria Lopez
El artículo que sigue a continuación fue escrito por Victoria Lopez en el marco de las actividades propuestas por el Seminario Online de Periodismo de Danza.
Con la actividad escénica completamente paralizada en el contexto que atraviesa gran parte del mundo, las plataformas virtuales se han visto mucho más llamadas a la acción.
Respondiendo a esto y para mantener el vínculo vigente con el público, el Teatro Colón -imitando a otros escenarios paradigmáticos- decidió comenzar a emitir virtualmente distintas obras que tuvieron el privilegio de ejecutarse en dicho coliseo.
Tal es el caso del Ballet La Bella Durmiente del Bosque, compuesto por Petipá con música de Tchaikovsky, cuya reposición se llevó a cabo con coreografía de Mario Galizzi bajo la dirección de Paloma Herrera, con el protagonismo de los primeros bailarines Nadia Muzyka y Juan Pablo Ledo.
Para ser honesta, dar clic al link que reproduce el ballet y ver que dura poco más de 2:40 hs no es muy alentador. Sí lo es ver las miles de visualizaciones y comentarios de personas que, desde distintos puntos geográficos, agradecen por esta posibilidad de disfrute digital.
El ballet en Facebook tiene 181 mil reproducciones. No me quiero dejar engañar; en esta red social, la reproducción de los videos es automática. Me fijo en YouTube para corroborar cuánta gente voluntariamente fue a ver esta obra y ahí está: 118.080 vistas. Está bien, ahora suman una más: la mía.
El primero en aparecer en escena es el director de Orquesta, quien tras los aplausos y reverencias pertinentes pone a girar la batuta en el aire para que los músicos liberen los primeros acordes, y luego entonces se abre el telón.
La historia es la ya conocida a través de los cuentos de los hermanos Grimm y los relatos de Disney, lo cual hace que exista un conocimiento previo y una cercanía entre lo que ocurre en escena y el espectador. Es una pieza para disfrutar solos, acompañados o en familia pero para ver de a partes, quizás, para saborear el ballet en sus distintos actos y aprovechar los intervalos para estirar las piernas como uno haría en el teatro. Después, lo que resta es disfrutar y apreciar toda la producción que está perfectamente acompasada. Las luces, la música y el vestuario son acordes con la trama.
Que no queden dudas: aparece la bruja super villana y todo es negro, lúgubre y siniestro. El bien es claro, brillante y armonioso. El mal y el bien se baten a duelo, es obvio. Quizás esta obviedad también colabore a entender la lógica y desarrollo de la historia.
El ballet transcurre en tres actos con momentos bien marcados. En principio se presentan algunos personajes y se demuestra lo atléticas que pueden ser las hadas. Acá aparece la villana más super villana que pueda haber, la bruja Carabosse que echa una maldición sobre la indefensa bebé Aurora a la que todo el reino se había acercado a conocer. Por suerte en este mundo existen las hadas y una de ellas se interpone logrando modificar el maleficio hasta que cumpla los dieciséis años. Todo transcurrió bellamente, pero pero pero... la niña cumplió los dieciséis y ¡zaz! la villana bruja le hace pisar el palito o, mejor dicho, pincharse el dedo y caer en un sueño profundo por nada más ni nada menos que 100 años. Por suerte hay una solución: el príncipe azul; un príncipe que la salva con un beso y aunque usted no lo crea, es perfectamente correspondido; y se casan y son felices y bailan mazurka.
De más está destacar la ejecución limpia y exacta que tiene el montaje, creando constantemente escenas fantásticas de un mundo que no conocimos. Quizás por eso, a pesar de que nuestra cultura no haya vivido el medioevo ni la vida cortesana, todo esto crea y enfatiza la fantasía del ballet. Por suerte, en el vals del segundo acto que se interpreta con unas guirnaldas, a una de las bailarinas se le cae el armado de flores, lo que las devuelve a la humanidad: a ellas, y a nosotros como espectadores.
En definitiva, he aquí una buena opción para dejar Netflix un rato y abrirle la puerta de nuestras casas, ni más ni menos, que al Teatro Colón.
FICHA TÉCNICA:
Ballet Estable del Teatro Colón en La Bella durmiente del bosque.
Dirigido por Paloma Herrera con coreografía de Mario Galizzi.
Con Nadia Muzyca, Juan Pablo Ledo, Ayelén Sánchez, Natalia Pelayo y gran elenco.
Bajo la batuta del maestro Emmanuel Siffert, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires acompaña al Ballet Estable en este clásico de Tchaikovsky.