Por Ana González Vañek
Teniendo en cuenta que la familia es el núcleo originario de socialización cultural, y considerando la imperiosa necesidad de revalorizar nuestra práctica artística, el tema Danza y Familia busca contribuir a la generación de espacios reflexivos acerca de la vital importancia del acompañamiento familiar durante los procesos formativos de los diferentes profesionales de la danza. Para inaugurar este ciclo de entrevistas, hemos seleccionado a una de las figuras más reconocidas de la danza en Venezuela, debido a su impecable trayectoria y muy especialmente, a su mirada sensible y comprometida con la formación integral del artista. Gabriel De Ávila es fundador y bailarín de la Compañía Nacional de Danza de Venezuela y bailarín principal de la Compañía La Magia del Tango, en su país. Asimismo es Co-Fundador de la plataforma virtual Conexión DanzAve, que busca contribuir a la difusión de la danza venezolana.
DC: -Considerando tu rol y experiencia en este campo ¿cuál es tu opinión acerca del acompañamiento familiar durante la formación de un artista de danza?
GDA: Considero muy importante el apoyo diario del núcleo familiar ante los altos y bajos que pueden presentarse cuando, desde niños, nos nace la curiosidad y el deseo por conocer y entrar al mundo de las artes en general. Particularmente, la danza requiere un nivel de compromiso y entrega que fundamentalmente viene desde casa. El seguimiento y compañía de los padres es indispensable para el desarrollo de ese niño en este campo, sobre todo en los primeros años de formación, puesto que se presentan dificultades que, en conjunto con las exigencias que están inmersas en el estudio y reconocimiento del cuerpo del bailarín en los años de formación, ponen de manifiesto un sin fin de emociones. He observado que si en el hogar no hay un entendimiento o conocimiento previo de lo que está haciendo el/la joven, esto podría generar una ruptura emocional que pondría en riesgo el desarrollo y la evolución del alumno en su proceso personal como artista del movimiento. Por lo tanto, es fundamental que si tus hijos, hermanos, primos u otro miembro de la familia, te manifiestan inquietud por el movimiento y la escena, te documentes al respecto para que puedas comprender de qué va el asunto y sepas lo importante y valioso que es para ellos la danza.
Sepan los padres que, en la danza, el joven puede desarrollar habilidades fundamentales para mejorar el mundo puesto que, considero, es una de las manifestaciones más puras del ser, y esto va con directrices que lo llevan desde el primer día a ser una mejor persona. Estas habilidades van mas allá de lo netamente físico; el trabajo como individuo se fortalece con la disciplina, el respeto, el cuidado a sí mismo y del otro, valores que se complementan con los del hogar.
La danza, desde su espacio físico y con sus integrantes (maestros, compañeros y otros padres), puede llegar a representar un segundo hogar para ellos, así como también puede ser una solución para aquellos hogares funcionales o no. Además, puede brindar una solución a la sociedad, porque el joven está inmerso en un nuevo aprendizaje: éste se aísla de factores externos que lo podrían llevar por un camino diferente, que muchas veces puede ir en detrimento de su integridad, como las drogas, el alcohol u otros; también puede ser un punto de ayuda ante las nuevas inquietudes y emociones propias del desarrollo en su adolescencia.
El apoyo de los padres es importante en esos primeros años donde los niños despiertan sus inquietudes y comienzan a presentar habilidades y condiciones físicas para la danza; aptitudes que pueden ser cuidadas y llevadas desde el hogar, si se ha logrado un nivel de conciencia que permita valorar y estimular al estudiante ante los altos y bajos que se presentan en el proceso de formación de la danza. Con el transcurrir del tiempo, este apoyo va pasando a otro plano, no menos importante, puesto que el bailarín en su evolución va tomando de allí las herramientas para fortalecerse y despierta ese valor en sí mismo que lo lleva a continuar, evolucionar y mantenerse en el plano profesional.
Lo rico de la danza es que está tan ligada al hombre, que el proceso de la vida en ella es netamente familiar. La danza es eso: es una familia toda la vida.
DC: Teniendo en cuenta esto último ¿Cómo crees que influye el entorno socio-cultural en el hecho de que una familia acompañe o no a su hijo en la decisión de dedicarse a la danza?
GDA: Socio-culturalmente es complejo cuando un chico toma por elección llevar su vida en la danza. Son pocos los países donde esta profesión es considerada como importante y se le da su valor. Es un estigma que, socialmente, las familias traen en sus raíces y trasciende a algunas ramas del arte -la danza en este caso- puesto que ella, a pesar de estar ligada al ser desde que el hombre es hombre, no es considerada fundamental para el desarrollo y evolución de la sociedad. Son muchos los núcleos familiares en los que hay un bailarín y éste no es apoyado del todo. Es allí donde comienza la lucha de este chico por lograr materializar sus sueños. Estoy hablando desde la realidad de América Latina donde la danza, como profesión, es muy joven aún, sin mencionar lo complejo que resulta para el varón (socialmente hablando) poder desarrollar su rol en la danza. Es mucho lo que se desconoce de la profesión. Cuando decimos en nuestras casas que queremos ser bailarines, no falta quien pegue el grito al cielo y censure esta aspiración: esto afecta mucho, ya que no es el mismo apoyo que recibe un joven que decide ser médico, arquitecto o cualquier otro y me atrevo a decir que la música tiene mayor aceptación. Hace falta difundir lo que es realmente la danza: los beneficios que de ella obtenemos como seres humanos y podemos brindar a la sociedad, fundamentalmente a nuestros hogares. Cómo quisiera no tener que salir de mi núcleo familiar para buscar entendimiento y apoyo en otros espacios. Es desgarrador tener que hacerlo, pero considero que todo es parte de un proceso, y cada proceso es necesario.
DC: ¿Cómo describirías tu experiencia personal en relación con el acompañamiento familiar?
GDA: Vengo de una familia disfuncional y nómada, pero a pesar de ello tuve la fortuna de tener unos padres que me guiaron y dieron lo que estaba a su alcance. Mi padre fue quien me enseñó mis primeros pasos en la música, la danza y el teatro a través de sus propios trabajos y como docente. Mi madre es una mujer con una sensibilidad y admiración por las artes que viene realmente desde la humildad y se hace contagiosa. Es una madre que si bien no me llevó de la mano a las escuelas de danza, siempre estuvo presente desde casa tratando de comprender cada una de las vivencias que traía todos los días al hogar.
Al ellos separarse yo sentí esa ruptura como mía, pues mi hogar se desmoronó. Sin embargo, yo conseguí en la danza un refugio que me llevó siempre a continuar. Los principios que me inculcaron en mi hogar se fueron fortaleciendo con las exigencias que me hacían las escuelas de danza y ballet mientras estudiaba paralelamente en el colegio. Recuerdo que era requisito indispensable ser un buen estudiante, esto era parte fundamental para aprobar el año académico.
La pasión se hizo cada vez más fuerte con el paso del tiempo. No me eran atractivas las vacaciones, lo mío era estar en el salón de clase con esos compañeros que siempre se diferenciaron del resto del mundo. El respeto y la integridad que impera en el hogar que te brinda la danza es algo tan maravilloso que dista mucho de la realidad social. Para mí fue un escape de mi realidad en la calle, fui víctima de bullying, pero en el salón de clase me sentía protegido y feliz como en mi hogar. No hay nada más hermoso que llegar a tu casa y que tu madre te preste atención con empatía cuando le cuentas cómo fue tu día.
Siento que yo mismo fui educando a mis padres con respecto a lo que elegí como profesión, claro que sin saberlo, ya que no tenía el conocimiento que ahora tengo. Pero de su parte siempre hubo esa apertura y empatía ante la nueva realidad que estaba forjando, incluso cuando decidí salir de mi hogar para seguir mi sueño en la capital de mi país. Lo he lo grado: hoy soy un artista que vivo y pienso diferente, producto de todo aquello que viví. Acepté todo como fue. De la danza tengo herramientas muy valiosas que me permiten continuar en la escena y me motivan a seguir aprendiendo y creciendo desde la humildad.
DC: ¿Qué recomendación brindarías a las familias de niños o adolescentes que desean dedicarse a la danza como forma de vida?
GDA: Puedo recomendar, con total convicción, acompañarlos en su transitar por este camino que requiere dedicación y disciplina. Este acompañamiento debe ir de la mano del respeto, amor, enriquecimiento de los valores y ampliar el conocimiento documentándose con el fin de romper paradigmas establecidos socialmente. Estar ahí para él en la medida de las posibilidades, pudiendo entender que lo fundamental en cada etapa de la formación del bailarín es el amor, esa seguridad que sólo brinda el respaldo y sentimiento de orgullo que viene desde el hogar. Esto impulsa enormemente a superar cada traba, fortalece el carácter, e incluso da la estabilidad emocional requerida para asumir con más ahínco lo que representa ser bailarín profesional y vivir de la carrera.-
“Una característica esencial dentro del territorio de la danza contemporánea
es la violencia e irreverente actitud de sus protagonistas frente a la tradición.”
Julie Barnsley
FOTOGRAFÍAS: Gentileza Gabriel De Ávila
Entrevista: Lic. Ana González Vañek
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