Por Francisca González Aguirre
Caminando aguardas que la luz verde te indique la partida,
sincronizando el paso con quien avanza a tu lado,
contemplando en pausa al árbol que da vida,
armonizando el tiempo con que compartes el espacio.
Un, dos, tres... ¡camina!,
el color ha cambiado,
no mires atrás,
y ahora
¡gira!
Un, dos, tres... observa,
¿estás cansada?: ¡respira!
que el paso agitado no frene tu cautela,
que silenciosamente acompaña tu espera.
Llegó el autobús,
el destino de llegada ¡eres tú!,
pues eres la morada
que suspirando atesora
la luz que guía tus pisadas.
Te sientas en tu puesto
con un ritmo de lejanía,
del otro eres reflejo
y al mismo tiempo compañía.
Armoniza el cuerpo
pues va expirando la travesía,
agiliza el tempo,
pues suave llega la melodía.
Detente en el silencio,
escucha tus latidos,
contempla los colores,
qué armonía forman unidos.
Llega el fin,
¿sigues aquí?
tu presencia se tienta
a olvidar el camino,
pero ¡no importa! ellos no saben...
¡no importa!, la canción es contigo.