Por Mariela Morassut
El artículo que sigue a continuación fue escrito por Mariela Morassut en el marco de las actividades propuestas por el Seminario Online de Periodismo de Danza.
Dicen las “malas o buenas lenguas”, según desde qué perspectiva uno lo vea, que desde que se incendió el anterior Teatro Argentino de La Plata nada fue lo mismo. El “Argentino”, como lo llaman los platenses y los artistas -uno de los más importantes en Argentina y Latinoamérica- atraviesa desde 2017 una profunda crisis estructural por problemas edilicios propios de la falta de manutención, sumándose problemas de gestión y de índole artística que limitan drásticamente sus funciones y su sentido. Su sala principal, la Ginastera, está cerrada desde dicho año, sin fecha de reapertura. Una incertidumbre total que provoca bronca, impotencia y pérdida de tiempo en cuanto a que cada integrante del coliseo pueda regresar a sus labores y hacer lo que tanto ama, para así realizar tantas producciones como sea posible.
Por otro lado, el magro presupuesto con que cuenta el teatro se va, por intereses personales de la dirección, en la puesta de obras muy caras en derechos, como son las contemporáneas, y eso limita la producción del repertorio con que el público identifica al Teatro Argentino.
La indignación crece porque cada palabra trae un tema que es reflejo de un problema. ¿Intereses políticos, gremiales, mafias de empleados que boicotean la cultura de un teatro-ciudad que fue pensado como autosuficiente para abastecer su producción? ¿Cuál sería la función en el tejido sociocultural de una ciudad, en épocas como las que nos toca vivir? ¿Cómo será la situación post pandemia del teatro y sus cuerpos estables con la actual gestión? ¿Quién estará a cargo del Ballet Estable que en este mismo momento está acéfalo? Preguntas e incertidumbres...
Sólo resta esperar a que todo este aislamiento cese y encontrar el mejor camino para un gran teatro y su comunidad, y que todo este tiempo sea de aprendizaje y cambios con miras a un futuro promisorio para nuestra cultura, que tan vaciada y descuidada está.