¿POR QUÉ LA DANZA?

Por Albina Montaño


El texto que sigue a continuación fue escrito por Albina Montaño, en el marco de las actividades propuestas por el Taller Online El legado de ISADORA DUNCAN.



"Usted ama, sufre y siente.
¡Usted danza!"

Isadora Duncan


¿Por qué Isadora Duncan?

Nadie se atrevería cuestionar el aporte de Isadora Duncan al desarrollo de la danza occidental. Es interesante saber de ella, de su vida y de su obra. En un principio esto fue lo que me interesó: la importancia que esta personalidad tiene en la historia de la danza y, siendo la danza mi actividad y mi proyecto, disponerme a estudiar un poco su vida y obra era una buena decisión.

Pero me encontré con algo que va más allá y eso me interesa mucho más, ya que me encuentro tratando de hallar un baile que no se trate de la mera ejecución técnica con algunos adornos gestuales, de no perderme en las tendencias, de respetar mi personalidad, de no mentirle a los demás, de no caer en la soberbia, de no encapricharme, de ser respetuosa de las técnicas y estilos. Técnica sí, porque me gusta la forma. O técnica no, porque a veces no me sirve. Pero ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué buscamos? La búsqueda espiritual de la que habla Isadora se parece un poco a mis necesidades en este momento.

“Espiritual” y yo

Veo que ESPIRITUAL es una palabra que ha sido muy maltratada y es esquivada por todo aquel que quiera ser tomado en serio. Ni bien la pronuncié me sentí totalmente incapaz de disponerme a iniciar ese tipo de búsqueda, y cuando digo “ese” lo ubico muy lejos de mí. “Espiritual” es una palabra que no uso. Ni para conversar, ni para escribir, ni para pensar... no habita mi mente en la vida cotidiana. Siempre ubiqué ese término al lado de RELIGIÓN y a éste, materializado en una INSTITUCIÓN... y a MÍ me ubiqué siempre lejos de instituciones religiosas; no estoy bautizada y nunca quise estarlo... la religión me fue instruida como un precepto fundamentalista y por eso mi rechazo... yo soy una persona que razona y dice la verdad... no me justificaría con DIOS por todo y para todo, y, hasta donde entiendo, es algo SAGRADO, no se puede andar por ahí mencionándolo por todo y para todo, eso sería (es) irrespetuoso, creo yo.

Eso era la vida espiritual para mí: afirmar con absoluta convicción algo que ni siquiera sé si existe, o bien, creer en la magia. Cuando empecé a pensar en el tema por fuera de mi familia obviamente me di cuenta de que profesar una religión podía estar lejos de sostener preceptos fundamentalistas, que CREER podía estar lejísimos de afirmar algo que no se sí existe, y dejé de ubicar el espíritu en un lugar que me es ajeno y a concebirlo como algo inmanente a mí; con o sin religión, dentro o fuera de una institución.

¿Por qué la danza?

Si me preguntan si tengo un espíritu la respuesta es SI, rotundamente. No puedo contestar dónde o cómo. Es mi parte inmaterial. Inmaterial. Igual que aquello que nos hace amar la danza... aquello que nos impulsa tantas veces a lo largo de la vida y sólo le damos crédito cuando decimos “¡no sé cómo hice!”. Existe, indudablemente. Cuando escucho que una bailarina habla de una búsqueda espiritual, me doy cuenta de que se trata de alguien que está en una búsqueda que vuela por encima de los pasos de danza y de la destreza.

Creo que Isadora Duncan estuvo desde siempre muy conectada con su espíritu, y es por eso que desarrolló tanta sabiduría. Se encontraba consigo misma a través de la danza y quería que todos lo hiciéramos. Entonces vuelvo a preguntarme ¿Qué queremos de la danza? ¿Qué buscamos (cómo locos, como locos, como locos)? Isadora Duncan sabía bien lo que buscaba y qué bueno que lo haya hecho bailando. Vine por la historia y encontré una posible respuesta.