Por Elizabeth Selva
Lic. en Psicología
En cuerpo y alma
Libertad para expresarnos a través de la danza y su conexión con la espiritualidad
Me interesa concebir al cuerpo desde un lugar espiritual, como vehículo del alma.
Hoy en día es primordial la aceptación de todas sus formas. La Doctora Clarissa Pinkola Estés, autora del libro Mujeres que corren con los lobos, expresa a través de la siguiente metáfora la temática de la aceptación de los cuerpos:
“Me fascina la forma en que los lobos chocan unos con otros cuando corren y juegan; los lobos viejos a su manera, los jóvenes a la suya, los flacos, los patilargos, los de orejas colgantes, aquellos cuyas extremidades se soldaron torcidas. Todos tienen sus propias configuraciones y fuerza corporal, su propia belleza. Viven y juegan de acuerdo con lo que son. No fingen ser lo que no son.”
Es conveniente hacer un trabajo de conscientización sobre los cuerpos, que son el continente o vehículo del alma, y brindar esta visión integradora a jóvenes, niños y adultos, y con ello dar permiso para saber que somos almas inmensas, dotadas de una energía increíble, si sabemos aceptarnos y querernos tal cual somos.
Me interesa remarcar la importancia de esta integración: cuerpo, mente, alma, y el cuidado y protección que merece como un acto de amor a nosotros mismos, lo que incluye una alimentación saludable y la aceptación de las distintas formas (ya que existen personas más bien delgadas o más bien voluptuosas). Lo importante es desarrollar la consciencia del amor y el autocuidado que se manifiesta en lo que brindamos al cuerpo.
¿Qué es la Espiritualidad?
Es la conexión con nuestro Ser.
La danza y la música son actos espirituales, en tanto conectamos con la profundidad de nuestro Ser.
Tanto desde la observación como desde mi experiencia personal, la música y la danza son puertas de entrada para conectar con el alma, y en este sentido, con lo espiritual.
En su libro El poder de la intención, Wayne Dyer escribe sobre cómo elevar la vibración de nuestro campo electromagnético, lo que comúnmente llamamos estar con buena vibra. Se trata del campo que envuelve el aura de la persona, y en este sentido la música y la danza son las mejores formas para liberar emociones aprisionadas.
Pinkola Estés escribe sobre el cuerpo que actúa como sensor: el cuerpo capta si le damos permiso para expresarse y conectarse con la música. Me pregunto (y les pregunto): ¿El cuerpo se mueve, o es el alma en realidad quien se despliega cuando bailamos?
Si trabajamos en nosotros mismos, en dejar de creer que somos ese personaje que es el ego, y nos adentramos en conectar con el alma y con nuestras emociones, nos encontraremos (desde un análisis transpersonal) con nuestro niño, con nuestro ser, con nuestras emociones más auténticas: alegría, afecto, miedo, tristeza y rabia; también con la creatividad para hacer lo que nos gusta.
Cuando bailamos movemos el alma. Bailar es conectar con el cuerpo y el alma. Bailar libera endorfinas en nuestro cerebro, que son las hormonas de la felicidad. Bailar música con la que sintamos alegría, con letras agradables, eleva nuestra vibración y nos hace sentir mejor.
Bailar libremente, expresando la unión entre el cuerpo y el alma, es una forma de practicar la aceptación de todos los cuerpos e individualidades, accediendo así a nuestra espiritualidad.
Por experiencia propia, la danza y la música son excelentes formas de manejar el estrés. Para mí, bailar y desplegar mi libertad a través de la música, es una de las actividades más gratificantes que existen.
Te invito a considerar la posibilidad de reflexionar, a través de mis palabras, acerca de la danza y su relación con la espiritualidad.