SENTADA Y DANZANDO

Por Francisca Salinas Romero


Pintura realizada por Francisca Salinas Romero


Fractura conminuta de tibia y peroné, tec cerrado y surcos del cerebro que se borraron, vértigo y cefalea postraumática. Cuando escuché el diagnóstico de mis doctores no entendí nada. Recuerdo muy poco al respecto porque perdí la consciencia en el accidente y al despertar, perdí la vista por unas horas. Sólo sentía el dolor en mi cuerpo, en mi extremidad. 

Ahora, luego de siete meses de recuperación y con cinco cirugías más por delante, sigo danzando. Me hallo en momentos armando pasos y coreografías, editando videos de mis estudiantes de expresión corporal, dictando clases sentada, y entre terapia de kinesiología en un gimnasio lleno de personas resilientes, me veo ahí, soñando con caminatas largas en la playa, respirando el aire salado y danzando en stacatto continuo. 

Me encuentro en el lugar del accidente y cada sonido fuerte de un auto me lleva a ese lugar. Pero algo en mí no se borró. Algo en mí se fortaleció, y es la certeza de que la danza es un lenguaje, y lo hago propio.

Hoy sigo en silla de ruedas y uso bastones para caminar. Continúo realizando visitas médicas y siento dolor constante, día y noche. La esperanza es como una cuerda que de a ratos siento que afloja, pero ahí está: esto también va a pasar.

Pinto sentada y cada pincelada es una danza de mi alma, que salta dentro de un cuerpo quieto y dolorido. Mi espíritu canta en letras que no sabría traducir en palabras, pero sí en movimientos. Y aquí, sentada, sigo danzando en espíritu y alma, pero no en cuerpo; por ahora, no en cuerpo. Voy construyendo con mis manos, me extiendo y respiro; respiro profundo y recuerdo la sensación de volar; dentro de mi espíritu está la inquietud burbujeante de la danza que dos autos a toda velocidad no pudieron parar.