SOBRE PIEDRAS. HOMENAJE A CAMILLE CLAUDEL

Por Ana González Vañek 


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“…Un día que Rodin estaba de visita, lo vi quedarse inmóvil de repente, delante de ese retrato suyo, contemplarlo, acariciar dulcemente el metal y llorar. Sí, llorar. Como un niño. Hace quince años que murió. En realidad nunca amó a nadie más que a usted, Camille, puedo decirlo hoy. Todo lo demás –aquellas aventuras lamentables, aquella ridícula vida mundana, siendo él como era, un hombre de pueblo- era exutorio de naturaleza excesiva. ¡Oh! Bien sé, Camille, que la abandonó, no trato de justificarlo. Usted sufrió demasiado por él. Pero no retiro nada de lo que acabo de decir. El tiempo pondrá cada cosa en su lugar...”


Carta de Eugène Blot a Camille Claudel
3 de septiembre de 1932



Hace más de un siglo, en París, el reconocido escultor Auguste Rodin conocía a Camille Claudel, una joven 20 años menor que él con quien no sólo compartiría el mismo amor por su arte, sino también una relación prohibida, apasionada y tormentosa. Sobre Piedras, de Florencia Berthold, cuenta la historia de uno de los amores más impetuosos del siglo XIX que, tras 15 años de navegar en amargas olas, se hundió con bienes y personas, según palabras del hermano de Camille, el escritor Paul Claudel.

A través de un discurso que explora las diversas formas expresivas que ofrece un espacio en extremo intimista, Sobre Piedras, dirigida por Herminia Jensezian, recorre la temporalidad histórica con bella y sutil circularidad. Los conflictos que plantea la obra se articulan en torno al personaje de Camille, desplegándose los mismos entre su vida familiar, su relación con Rodin y sus propias experiencias subjetivas, estrechamente ligadas al desarrollo de su práctica artística.

Con una interpretación apasionada y comprometida, Iván Espeche -como Auguste Rodin-, Florencia Berthold -como Camille Claudel-, Guillermo Berthold -como Paul Claudel- y Belén Santos -como Louise Claudel- logran construir una dramaturgia dinámica extraordinaria, tendiendo un mágico puente de hilos sensoriales invisibles con el espectador.





Mundos comunes de sentido cohabitan una pequeña sala perfectamente diseñada por Queli Berthold para que el público acompañe el recorrido de una narrativa que se define e intensifica en su desenvolvimiento. De este modo, el espacio permite el desarrollo de la trama con entradas y salidas de los personajes, a veces incluso, con una suerte de “off” que opera sobre la escena. En Sobre Piedras, el mismo espacio conjuga situaciones que, en una representación realista, supondrían cierta diferenciación espacio-temporal. Por el contrario, en la obra de Berthold se juega con la presencia del pasado y de los “otros” en el presente de cada subjetividad, a través de recursos expresivos visuales y sonoros coherentes con el estilo que presenta el tratamiento del relato.

Belleza, poesía, impecable dramaturgia y admirable interpretación confluyen en Sobre Piedras, una obra donde todos los elementos escénicos y expresivos se articulan para invitarnos a olvidar el límite que imponen las distancias estructuralistas, acercándonos de esta manera a la proximidad sensible de la experiencia corpórea. En este sentido, la obra nos permite descubrir un minucioso y delicado trabajo sobre la expresión corporal de los actores, que articula el teatro con la danza y la escultura. No se recurre a la representación de los artistas esculpiendo, sino que los propios cuerpos de los intérpretes metaforizan las obras escultóricas.





Desde esta perspectiva, el trabajo actoral de Florencia Berthold es admirable, no sólo por el despliegue de diversos niveles de intensidad emocional sino por el manejo de su gestualidad en el devenir temporal y la plasticidad de sus movimientos, mientras que Santos se destaca por una extraña combinación de belleza y solidez; características que también podemos apreciar en la fresca elegancia de Paul Claudel, personaje que Guillermo Berthold encarna a la perfección. 

La interpretación de Iván Espeche, en cambio, es decididamente intensa y marcadamente fuerte, pudiendo encontrar en ella las huellas de un deslizamiento significante que define con nitidez las características del personaje. Porque como bien sabemos, a pesar de su inmensa pasión por Camille, Auguste Rodin se encontraba unido sentimentalmente a otra mujer, Rose Beuret, a quien no tenía intención de abandonar. Así, advertimos en la interpretación de Espeche las marcas de cierta ambigüedad, propia de un hombre atravesado por el conflicto de su existencia.

Cabe destacar el trabajo de Belén Santos en la ejecución del piano, que junto con el diseño de una iluminación cálida y tenue, un vestuario sencillo y delicado, y la disposición de pocos pero significativos objetos en el espacio -Queli Berthold-, presenta una estética perfectamente ambientada en la Francia de aquellos años. 

Recordemos que François-Auguste-René Rodin nació en París en 1840. Educado en la Escuela de Artes Decorativas, un ámbito no sólo ajeno al de las bellas artes, sino además menospreciado por éstas, dedicó gran parte de su juventud a acumular conocimientos sobre anatomía, material que podemos advertir claramente en su producción artística. 

Por su parte, desde su infancia en Champagne, Camille Claudel fue una apasionada de la escultura que jugaba con el barro y esculpía a las personas que la rodeaban. En 1882 fue aceptada por Paul Dubois, director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, y en 1883 ingresó en la academia Colarussi de París con el fin de perfeccionar su arte. Ese año tuvo su primer encuentro con Auguste Rodin, comenzando, al año siguiente, a trabajar en su taller; un espacio que, en la obra que dirige Herminia Jensezian, se resignifica continuamente, generando diversas y múltiples lecturas en el espectador. Como ella misma sostiene: “Entro a este taller real, donde trabaja el artista, donde yacen todavía los vestigios de su arte, donde se respira… la creación. Dentro de ese ámbito, contenedor por excelencia, “viven” estas intensas criaturas, los Claudel. El encuentro de Camille con Rodin. El hecho histórico. Aquí, desde las piedras hasta las esculturas respiran… Y respiran sencillamente por amor…”

Sobre Piedras es una historia de amor atravesada por la intensa dulzura de lo imposible, capaz de conmover hasta las lágrimas a las hermosas figuras de piedra que ella misma engendra. Porque estas figuras nunca han dejado de ser formas sensibles, plausibles de ser transformadas y contextualizadas simbólicamente: un excelente recurso especular que nos muestra, además, la humanidad que las habita, invitándonos a descubrir que algunas formas, aquellas que por su indescriptible inmensidad nos apasionan, logran ser eternizadas en la presentación figurativa de la creación artística.

Y así, como humanas esculturas que respiran el amor que les da vida, Sobre Piedras se convierte en una maravillosa obra de arte, tan cercana y próxima como lejana e imposible; tan intensa y conmovedora como el grito silencioso de un hondo suspiro que condensará, en los brazos suplicantes de una Camille Claudel desgarrada, la totalidad significativa de un trabajo extraordinario.


L'âge mur (La edad madura) - Camille Claudel



TRAILER


Ficha artística y técnica

Iván Espeche como Auguste Rodin
Florencia Berthold como Camille Claudel
Guillermo Berthold como Paul Claudel
Belén Santos como Louise Claudel
Ejecución en el piano: Belén Santos
Escenografía, vestuario y fotografía: Queli Berthold
Asistente de Dirección: Nicolás Goldschmidt
Dirección: Herminia Jensezian
Colaboración artística: Ernesto Martínez y Ollantay Rojas