CORDURA

Por Angélica Guevara


©Woszczyna & Wiesnowsk



Mis pies se elevan,

poseo ligereza.

Mis brazos simulaban una escuadra,

es armonioso ese movimiento.


Todo comenzó desde un paso,

luego una secuencia.


Sentir que la respiración quema,

mientras mejora la resistencia.


El sueño inicia desde muy temprana edad:


Quise bailar hasta agotar cada parte mi cuerpo.


Quise bailar para encontrar un sentido a cada sensación.


Quise bailar para volver a mi centro.


No solo se trataba de bailar...


Hace un tiempo, la realidad se tornó confusa…


Danzar me acercaba a mi ser, aunque en ello, se me fuera la cordura.

Cada movimiento se convertía en revelación.

A cada paso, mi alrededor se crispaba.


¿Quién era yo?


Sí, me mentí,

sumergida en una máscara,

donde la danza no era

el eje de mi vida.


Sí, con cada movimiento

dejaba traslucir mi esencia,

y me negaba esa libertad.


A cada paso, mi cordura,

era un síntoma de locura.


En ese momento comprendí,

que no puedo suprimir mis deseos.


La danza nos acerca a nosotros mismos.