Por Ana González Vañek
IG @danzaycomunicacion
Conocer a tantos artistas y creadores en artes escénicas, es una de las satisfacciones más grandes que me brinda mi amada profesión. Más aún, cuando también son parte de la hermosa comunidad que es Danza & Comunicación. Tal es el caso de nuestra redactora Patricia Rojas Pérez, de Chile, quien nutre con toda su experiencia cada uno de nuestros espacios. Nacida en Chile, Patricia es Trabajadora Social titulada de la Universidad de Valparaíso, y Terapeuta Integral, especializada como Danzaterapeuta Transpersonal. Los conocimientos adquiridos durante su formación profesional se constituyeron en la base para avanzar y adquirir nuevas herramientas que le han permitido, hasta el presente, acompañar a mujeres -tanto a nivel individual como grupal- en sus procesos de autoconocimiento, a través de la consciencia corporal y el movimiento, reconociendo no sólo lo que les afecta, sino también, sus recursos y su potencial para transformar sus historias.
AGV: -¿Cómo fueron tus comienzos en la danza?
PR: Crecí en una familia que consideraba la danza como un ritual de celebración, donde siempre había risas. Me gusta recordarlo y observarlo como un espacio donde cada uno, a su propia forma, buscaba exteriorizar su nivel de felicidad y unión con el clan. Este ritual me permitió anclar la danza como un juego en mi infancia, como un espacio que generaba mucho bienestar. Pasábamos tardes enteras coreografiando la vida sin ser conscientes de la medicina que nos entregaba. Esto se traspasó a etapas posteriores y en el año 2018 me atreví a realizar danza tribal ATS, donde el lenguaje corporal presenta un papel protagónico, pues es el enlace para comprender los símbolos y códigos que ésta presenta. Ser parte de esta tribu, me permitió enraizar la importancia del cuerpo en nuestros procesos, y fue allí cuando sentí que la danza sería mi bandera de expresión del alma. Esta integración significó posteriormente, atreverme a danzar escuchando el lenguaje de mi alma y todo lo que ello significaba: miedo, ansiedad, vergüenza; pero sabiendo que, detrás de toda esta sintomatología, estaba mi medicina. Fue gracias a lo anterior que en el año 2020 comencé mis estudios de danzaterapia, siendo uno de los senderos de mayor autoconocimiento que me ha permitido darle voz a mi cuerpo, escuchar sus mensajes y liberar aquellas corazas que, por años, habían estado silenciadas. Asimismo, me ha permitido acompañar a mujeres de una manera más integral en sus procesos de autoconocimiento y transformación.
AGV: ¿Cómo describirías tu evolución en el sendero artístico?
PR: Comencé incorporando la danza como un ritual familiar y de juego para, posteriormente, empezar a reconocerla como una medicina que tiene su propio movimiento; un movimiento que busca representar un estado interior a través de un ritmo que es el adecuado para mi proceso. Mi evolución en este sendero implica reconocer a la danza como una forma de expresión, de atreverme a ser arte a través de ella, de deconstruir la idea de que la vida es lineal y coreografiada, y atreverme a encontrar su propia melodía, una que respete mi ritmo y mi proceso. El arte a través de la danza me ha permitido fusionar mi ser, reconocer que soy un cuerpo y que cada situación que acontece genera un impacto en cada parte de mí. Desde allí, la vulnerabilidad ha dejado de ser algo que tengo que esconder, transformándose en un recurso que puedo escuchar, para darme el permiso de sentir toda la tormenta y su ciclicidad, sabiendo que siempre puedo volver a mí y reconocer mi fuerza creativa. Ser arte a través de la danza, es encontrar nuevas rutas acordes a nuestra esencia; es deconstruir todas aquellas creencias que no sintonizan con nuestro ser, para encontrar aquellas que nutren nuestro corazón.
AGV: ¿Qué actividades estás llevando a cabo actualmente en el campo de la danza en tu ciudad?
PR: Actualmente, estoy desarrollando sesiones de danzaterapia integrativa para mujeres que se encuentran en proceso de autoconocimiento. ¿Por qué es integrativa? porque parte de la base de que los seres humanos somos un cuerpo, por lo que todo lo que nos acontece tiene una repercusión en los diferentes ámbitos de nuestro desarrollo. Asimismo, el acompañamiento incluye, no sólo los saberes aprendidos en danzaterapia, sino también aquellas herramientas que he ido incorporando en el transcurso de los años y que han sido elementos importantes en mi proceso de autoconocimiento (memorias uterinas, neurodanza, ancestrología, flores de bach). Este año, durante los meses de abril y mayo, desarrollé el ciclo de danzaterapia "Metamorfosis", un viaje de autoconocimiento y transformación, que presentó como objetivo ser un proceso terapéutico grupal de conexión con el cuerpo, el movimiento y la expresión, a través de la danza y su fuerza transformadora. Este ciclo de nueve sesiones permitió que cada una de ellas se transformara en un viaje de autoconocimiento, para explorar nuevas formas de relacionarnos con nuestro cuerpo, percibiendo, al final del ciclo la manera en que alquimizaron su sentir. Metamorfosis nos lleva a reconocer el ciclo de transformación como un recurso para expandir nuestras alas, acordes a nuestro ritmo y movimiento. La segunda versión de este ciclo se llevará a cabo en los meses de octubre y noviembre, y las inscripciones ya se encuentran abiertas.
AGV: Considerando tu tarea en el campo de la sanación a través del movimiento ¿Qué aspectos remarcarías de la misma y por qué?
PR: Sanar a través del movimiento es reconocer primero que la vida y su ciclicidad son un movimiento constante; que cada fragmento de ella está registrado en nuestro cuerpo para ser escuchado, comprendido y transformado. Es aprender que no hay nada malo en nosotras, que somos parte de un sistema que influye en nuestra identidad, en la manera que nos desenvolvemos en los distintos contextos, y en el diálogo que tenemos con nosotras mismas. Comprender lo anterior nos permite liberar la autoexigencia en el proceso, ampliar la perspectiva y conectar, justamente, con nuestra verdad, para identificar la manera en que los acontecimientos de nuestra historia tienen una repercusión en nuestro presente, e ir a través de ello buscando un mapa de ruta para volver a confiar en nosotras; y en consecuencia, en los mensajes que el cuerpo nos desea entregar. Así, nuestro propio movimiento se transforma en nuestro lienzo de expresión, donde el ritmo y la forma en que deciden manifestarse son un reflejo de nuestro interior, y es nuestro cuerpo y su propia historia quien nos relata y permite observar lo que necesitamos para nuestro proceso, así como también el compás con el que necesitamos habitarlo. El ritmo de nuestro proceso es único, pues presenta una relación directa con lo que estamos preparadas para exteriorizar y darle voz, y así poder transformarlo, encontrando una nueva red de conexión, para volver a nosotras.
Fotografía - Gentileza Patricia Rojas Pérez
AGV: ¿Qué entendés por comunicar a través de la danza?
PR: Comunicar a través de la danza, es aprender a leer el lenguaje del cuerpo para darle voz a cada uno de sus mensajes. Es volver a reconocernos como seres integrales, portadores de una voz que desea manifestarse a través del movimiento para conectarse con sensaciones, recuerdos, sentimientos y emociones, y así, ir fortaleciendo la relación con nosotras mismas. Nos enseñaron a privatizar el sentir, a limitar la comunicación a través de él y a encajar en un molde de cómo deberíamos ser. Pero la danza nos da la posibilidad de comunicar a través de su idioma, utilizando nuestro cuerpo como un puente entre el mundo interior y el exterior. Nos permite ampliar la perspectiva para transmitir nuestra emocionalidad a través de los movimientos que realizamos, los cuales se transforman en un espejo de nuestra vida y en la voz de nuestra alma. La danza y sus movimientos se convierten en tierra fértil para ser sembrada, donde como seres humanos encontramos un espacio para la expresión y el diálogo con nuestro cuerpo; para volver a observarlo como un territorio seguro en el que puedo encontrarme conmigo. Comunicar a través de la danza nos entrega esa posibilidad de conectar con la vida y con sus diferentes matices, reconociendo su ciclo y la transformación que tiene, en cada uno de ellos, activando la confianza corporal; es reconocer nuestra naturaleza cíclica para comenzar a liberarnos de los mandatos, a través de nuestra propia sabiduría.-