TIEMPO DE EQUILIBRIO

Por Ornela Sabbatini

IG @ornelasabbatini


Fuente: Pinterest


La vida camina sobre los acantilados de lo salvaje y lo cotidiano. Sintiéndose seducida a saltar. Hacia allí. O hacia acá. 


Lo salvaje.


Big Bang del acontecer.

Irrupción imaginativa de la vida.

La vida creándose a sí misma.


Lo salvaje crece con su propia fuerza.

Es autor completo de sí mismo.

Como la flor silvestre que florece sola en el medio del monte.


A veces, se disfraza de cotidiano para escurrirse en lo doméstico.

Como el zorzal que todas las mañanas se para en el alambrado 

esperando que abra la canilla.


Se baña, toma agua. 

Disfruto su canto.

Levanta su vuelo.

Mañana quizás,

vuelva.


O quizás

se refresque 

en otro lugar.


Lo salvaje trae en su canasta lo espontáneo, la sorpresa, lo mutable. Liviandad, rapidez, asombro, riesgo, exposición, sacudidas. Visión. Descubrimientos. Nuevos conocimientos y habilidades. 



Lo cotidiano.


Sabernos presente.

En nuestros actos.

Y para otros.

Presenciarnos.


Lo cotidiano requiere presencia.

Es una creación de coautoría.

Es trabajo en equipo.

Saberse parte del rompecabezas.

Ensamblarse a otros.


Toma forma de tiempo compartido.

Toma forma de aquello

que acompañamos a crecer.



Cotidiana, la albahaca que corro

del sol a la sombra para evitar 

achicharramiento.



Lo cotidiano trae en su canasta lo esperable, lo previsible, lo que permanece. Pausa, confianza, descanso, sostén, continuidad. Previsión. Acuerdos. Orden, certeza. Bases.


Una invitación a saltar. Vértigo. El verdadero salto ¿es permanecer avanzando? Mirar hacia adelante, sin perder el equilibrio. Avanzar danzando entre lo salvaje y lo cotidiano, con la mirada clavada en el horizonte del amor propio.


Abrazo lo salvaje en mí, le abro la puerta.

Ahora sé que puedo ser flor del monte.

y también zorzal.


Abrazo lo cotidiano en mí, le abro la puerta.

Ahora sé que puedo ser pieza de rompecabezas

y también albahaca.


Abro ambas puertas, cerrando los ojos

e intencionando

que lo salvaje y lo cotidiano

sepan tejer un puente

para abrazarse entre sí.


Mientras eso acontece, 

seguiré con mis ojos cerrados

avanzando por el acantilado,

con visión y previsión,

danzando el equilibrio.



Luz titilante es un recorrido por el territorio de mi cuerpo, un viaje que oscila entre luces y sombras. Un diario que nace en el plano del movimiento y se sella en la escritura.

El  texto compartido es la coordenada cuatro: territorio de la compasión . Fue gestado entre diversas canciones que componen una lista en Spotify. Aquí el enlace a una de las más significativas para estas líneas que comparto:


https://open.spotify.com/track/56XSH6KsS6OdoUQEZxO7ea?si=pJeJ_CuaTd6TDowtuMu-sw