Dónde mejor que en casa

Por Ana González Vañek



Si las artes escénicas se destacan por su capacidad de crear sentido originario, es imprescindible realizar un acercamiento comunicacional a esta propuesta artística de la reconocida coreógrafa Vivian Luz. 


Bajo su impecable dirección, "Dónde mejor que en casa" se caracteriza por ser una llamativa obra de características marcadamente visuales, donde la danza y el teatro conviven. "No es danza más teatro sino que ambas disciplinas se atraviesan", comenta la directora de este interesante espectáculo que nos invita a reflexionar, necesariamente, sobre las relaciones entre lo individual y lo social.

Con dramaturgia de Laura Ferrari, dirección actoral de Carlo Argento e interpretación del grupo Los Celebrantes, "Dónde mejor que en casa" pone de manifiesto las múltiples tensiones que suceden al interior de una familia donde la figura de la madre cobra un rol decididamente protagónico. A través de un relato que atraviesa múltiples formas discursivas, tomando especial relevancia la cuestión estética, la obra presenta a una mujer que, en su intención de dominar a los miembros de su núcleo familiar, es capaz de recurrir a las sutiles abstracciones del afecto -haciéndose ello más evidente en su relación con el único hijo varón- para poner de manifiesto en la escena todos los elementos que surgen de los condicionamientos familiares.




Cabe destacar el trabajo de los intérpretes quienes atravesando en perfecto equilibrio un armónico camino de danza teatro, son capaces de expresar marcadas individualidades en el despliegue de toda su destreza corporal. Laura Wigutow, Daniel Toppino, Carolina Stefano, Vicky Larribó y Nicolás Illbele realizan un excelente trabajo coreográfico y actoral bajo la atenta mirada de sus directores, quienes los acompañaron en el proceso creativo y en todo momento. "Estuvimos presentes siempre, observando y respetando sus propuestas. Se trata sin dudas, de un trabajo en equipo", sostiene Carlo Argento quien, además de su excelente dirección actoral, se destaca por su bello y absolutamente significativo diseño de luces: "me divertí como un chico haciendo las luces de esta obra", asegura el creador de uno de los recursos más interesantes que propone "Dónde mejor que en casa". 

Por su parte, la escenografía -diseñada por Ángeles Miranda- subraya el clima de encierro de los integrantes de la familia: el material plástico hace las veces de un envoltorio o crisálida dentro de la cual los actores se encuentran estacionados, cristalizados e imposibilitados de toda autonomía. Los juegos entre luces y escenografía, en compañía de la intensidad musical lograda por Cristóbal Barcesat, permiten un desenvolvimiento fluído de la comunicación sensorial.

En una época no tan lejana la dramaturgia local tematizaba la cuestión de los conflictos intrafamiliares, pero en esta obra el planteo adquiere tonos opresivos: todo intento por superar el dispositivo de encierro fracasa. La madre sobreprotectora no tiene adversarios a su altura.

Después de un año y medio de proceso creativo durante el cual se puso énfasis en la improvisación, "Dónde mejor que en casa" plantea una temática atemporal y siempre presente que invita al público a descubrir los hilos de su propio entramado imaginario, atravesado en todo momento por las significaciones de sus primarias relaciones afectivas que sobredeterminarán, inevitablemente, sus futuras prácticas y vínculos. En este sentido, es fundamental advertir que las dinámicas sociales implican siempre interpretaciones y construcciones de sentido. He aquí las causas del "cierre" que se pone de manifesto con claridad en la obra, a través de la figura de una madre atemorizada por el flujo significante de sus propias creencias y deseos.




Podemos advertir que la unidad -disfuncional- de este grupo familiar, depende de un exterior constitutivo, de un afuera –fantasma de la inseguridad– que repele e impide todo intento de ruptura y de transformación. En consecuencia, el "cierre" ya no sería únicamente constitutivo de las interpretaciones de esa madre y su consecuente accionar sino también de una lógica de funcionamiento de la sociedad, donde las posibilidades de cambio se ven cada vez más opacadas por la intensa influencia mediática e institucional. 

Aquí es pertinente hacer referencia a la marcada distinción que el pensador contemporáneo Cornelius Castoriadis realizara entre los conceptos de "Autonomía"y "Heteronomía", comprendiendo a este último como la imposibilidad de los individuos de cuestionar los determinismos sociales, simplemente porque no cuentan con los recursos mentales para hacerlo. Por el contrario, la Autonomía sería esa voluntad libre, comprometida consigo misma y con su sociedad, capaz de cuestionar todos los sentidos establecidos con la intención de participar activamente en un proyecto de transformación -que es a la vez social e individual- y por ende, de creación de nuevas significaciones imaginarias sociales. He aquí la riqueza de "Dónde mejor que en casa", una obra altamente recomendable que además de invitar a la reflexión, pone de manifiesto una temática intensa y compleja en un relato extremista que muestra -a través de la apertura significativa que implica la abstracción- un nosotros desplegado en un paradójico "cierre" del sentido. 

Y es en ese "mostrar" -inaprehensible por las características espacio-temporales de las artes escénicas- que sucede el quiebre del sentido común. Si bien el público se encuentra a sí mismo formando parte de una interacción -también inaprehensible por las características del funcionamiento de las dinámicas sociales- es creador de sentido originario en el propio devenir de la obra, descubriéndose a sí mismo como parte de un grupo familiar y social. Más interesante aun es destacar que todo ello sucede en el interior de un teatro. Un interior que funcionaría, en este caso, como metáfora de un interior primario y anticipatorio: el supuesto "cierre" de la unidad familiar. 

Y después... a casa.



Sábados 18.30 hs.
SANTOS 4040 
Santos Dumont 4040 
Reservas 155-602-6105 





Ficha artístico-técnica

Elenco: Laura Wigutow; Daniel Toppino; Carolina Stefano; Vicky Larribó y Nicolás Illbele
Composición musical: “Cuarentiocho Volts Producciones” de Cristóbal Barcesat y Bernardo Scherman
Escenografía: Ángeles Miranda
Diseño de luces: Carlo Argento
Diseño gráfico: Jorge López
Realización de vestuario: Graciela Glover
Asistente de Escenografía: Yamila Marino
Fotos y video: Francisco Odriozola
Asistentes de Escenario: Miguel Patiño y Noelia Rey
Asistente de dirección: Mana Laterrade
Dramaturgia: Laura Ferrari
Dirección de actores: Carlo Argento
Idea, coreografía y dirección general: Vivian Luz
Duración: 50 minutos