Por Ana González Vañek
Estamos cocreando con un propósito infinitamente superior a nuestros deseos y la danza tiene mucho que hacer al respecto.
Una vez que lo sabemos, comprendemos el profundo significado del discernimiento, pues cada paso que damos se dirige al cumplimiento de un destino que trasciende lo humanamente posible y conocido, para elevarnos en él.
En este sendero circular y ascendente, será la intuición, en su escucha profunda al misterioso lenguaje del alma, nuestra brújula perfecta.
¡Seamos responsables con los dones que se nos han otorgado!
Recordar significa, en su origen profundo, volver a pasar por el corazón, cuyos latidos, la danza es capaz de eternizar.
Entonces, recordemos para qué y muy especialmente, por qué bailamos. No es porque así lo hayamos decidido. Es la danza quien nos elige.