Por Ana González Vañek
La danza es la mejor manera de entrenar el cuerpo, la mente y el espíritu en comunión sagrada y perfecta. Por milenios, las 'culturas' intentaron separar aquello que por naturaleza divina, fluye en armoniosa unidad.
Un cuerpo dominado por la mente opone resistencia a su naturaleza, bloqueando los centros energéticos para la evolución del espíritu y generando un cuerpo rígido que tarde o temprano, se quiebra.
En cambio, el espíritu envuelto en un cuerpo danzante, fuerte y flexible, invita al pensamiento en movimiento, a cocrear con nuestro SER.