Por Yanina Magno
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IG @voladoraprincipiante
Lento es el movimiento que se me desprende. Cada partícula de mi cuerpo respira. En el intento por descubrirme, entendí que tengo un cuerpo que soy yo, y en ese yo, no hay más que experiencia sobre la vida y la muerte.
La danza es la vida: no hay separación entre danzar y vivir. Se trata de aceptar que cada paso que damos es parte de nuestra coreografía; que cada emoción marca el comienzo de la revolución que somos. Si nos negamos la posibilidad de esto, no creo que vivir sea imposible, pero sí, un poco menos interesante.
No tenemos tanto tiempo para danzar, no tenemos tanto tiempo para amar, no tenemos tanto tiempo para sentirnos. El mundo avanza, no se detiene por vos, ni por mí, ni por nadie. El reloj sigue y te alcanza, te quiere quieta y productiva.
Pero no. Algo sale de adentro del cuerpo y nos obliga a bailar: una emoción, un abrazo, un corazón roto, una ilusión que no fue, una batalla ganada, una fiesta, un regalo, una respiración; algo nos obliga a movernos de donde estamos.
¿Qué será en vos lo que te apasiona? Eso que te hace bailar más allá de todo pronóstico ¿Dónde está ese encuentro con tu verdadero movimiento? Ése que te sale desde la risa profunda, desde el dolor más fuerte, desde el no saber... pero necesitar.
La danza no requiere conocimiento, ni horario, ni lugar. No te juzga, no quiere nada de vos, no le debes nada. Tu cuerpo es un regalo y es tuyo ¿Cuándo vas a usarlo a consciencia?
