Por Ana González Vañek
©Vanessa Paxton
Había conocido la paz infinita,
blanca y efímera como la eternidad de su danza
La reencontraría en un tiempo lejano
Allí
Distancia insondable y profunda como el misterio que escondía su mirada
Aquí
Belleza indescriptible como su presencia que iluminaba el silencioso color de una certeza