ELEGIR LA DANZA PARA TRANSITAR LA VIDA

Por Patricia Rojas Pérez

IG @darlevozalcuerpo


Fuente: Pinterest


A medida que crecemos y nos vamos incorporando en los diferentes sistemas que conforman la sociedad, el movimiento auténtico del cuerpo se va acallando. La libertad de exploración comienza a disminuir y nos amoldamos al cumplimiento de expectativas, silenciando nuestra autenticidad.


Pero ¿Qué es la autenticidad? Es la capacidad de mostrarnos tal como somos, de abrazar nuestra verdadera esencia con compasión y aceptación, liberándonos de condicionamientos que han limitado la expresión auténtica del ser.


En el contexto de la danza como herramienta terapéutica, la expresión corporal a través del movimiento permite conectar con emociones, ideas, mensajes o necesidades utilizando el lenguaje no verbal para transmitir nuestros estados internos. 


Nuestro cuerpo se transforma en un puente de conexión entre lo que nos sucede de manera interna y la expresión de ello, a través de nuestro propio movimiento. 


María Fux, manifiesta en su libro Danzaterapia, Fragmentos de la vida: "Cuando el cuerpo se mueve y se expresa, nos está diciendo la verdad; el cuerpo no puede mentir. Este lenguaje no verbal es de enorme riqueza y denota los estados internos, nuestro mundo interior. A través de la palabra podemos escondernos y mentir, pero nuestro cuerpo unido al movimiento no puede engañar ni mentir. Canalizamos la expresión auténtica natural”.


Cuando danzamos, todos los mensajes que aparecen a partir de nuestra propia forma de movernos, son medicina que nos permiten trazar una ruta para resignificar todas las creencias que aprendimos e integramos del entorno familiar, social, cultural, y que nos alejaron de nuestra expresión auténtica. 


Para sembrar lo nuevo en nuestras vidas, necesitamos preparar la tierra (cuerpo) quien será la brújula para identificar los movimientos que requiere, y así convertirse en un espacio fértil.


La danza se transforma entonces, en una semilla de cambio que nos enuncia que no hay una forma única y adecuada de movernos, sino que su expresión es un reflejo de nuestra propia vida.


Elegir la danza para transitar la vida, nos recuerda que la mayor sabiduría está en nuestro cuerpo, donde nada es imposible si nos abrimos a sus posibilidades creativas y creadoras para explorar, liberar y transformar aquellas tensiones e incomodidades, ampliando el repertorio de movimientos en nuestra vida.


Aprender a ponerle cuerpo a nuestra emocionalidad a través de la danza, nos permite ir recuperando nuestra soberanía, permitiendo que la energía se manifieste a través de nosotras y así visibilizar nuestros cuerpos como una guía para transformar nuestro presente y expandirnos de manera segura.